Para mucha gente se trata de un postre que se come en los restaurantes de comida típica y en cualquier época del año. Para algunos chefs más pretenciosos, no es más que una buena inspiración para reinventar –según ellos- esta preparación a base de espuma, de construcciones y otros artilugios.
Para mí en cambio, el Mote con Huesillos es mucho más que un postre, es casi una merienda. Bien helado, dulce y contundente; me acompaña en mis caminatas por la ciudad durante los meses de primavera y verano. Porque claro, la principal gracia de este brebaje es su carácter eminentemente callejero y estacional. Esto, porque a diferencia de otros productos culinarios, los mejores exponentes del Mote con Huesillos están siempre en la vía pública, en carritos metálicos o en pequeños negocios que solo funcionan de septiembre a marzo. Es que claro, el calor de estos meses es clave a la hora de analizar la prosperidad de este negocio. Imagínese usted caminando por una soleada calle y casi achicharrándose contra el cemento. Si se llega a topar en la esquina con un carrito que le ofrece Mote con Huesillos –bien helado-, es muy difícil que se abstenga de probarlo.
Como buen producto de consumo masivo, esta delicatessen callejera se ofrece al consumidor en diversos formatos. En la gran mayoría de los expendios existen tres categorías. Una en vaso chico, que ronda los 300 cc, otra en vaso mediano que anda por los 500 cc y uno grande que es nada menos que de un litro. Todas estas presentaciones llevan por lo general dos huesillos, más la correspondiente porción de mote y el relleno rebosante de jugo. Pero también se ve en algunos lados una versión XL del asunto -solo para valientes o gente muy sedienta- y que consiste en vasos de más de un litro de capacidad, con al menos tres huesillos en su interior, más abundante mote y una generosa cantidad de dulce jugo. Para tímidos o mañosos también hay una opción.
Como buen producto de consumo masivo, esta delicatessen callejera se ofrece al consumidor en diversos formatos. En la gran mayoría de los expendios existen tres categorías. Una en vaso chico, que ronda los 300 cc, otra en vaso mediano que anda por los 500 cc y uno grande que es nada menos que de un litro. Todas estas presentaciones llevan por lo general dos huesillos, más la correspondiente porción de mote y el relleno rebosante de jugo. Pero también se ve en algunos lados una versión XL del asunto -solo para valientes o gente muy sedienta- y que consiste en vasos de más de un litro de capacidad, con al menos tres huesillos en su interior, más abundante mote y una generosa cantidad de dulce jugo. Para tímidos o mañosos también hay una opción.
Esto, porque prácticamente todos los vendedores de este rubro ofrecen también un económico vaso de jugo de huesillos, así purito y sin más atractivo que lo dulce y helado del líquido. Si bien no llena ni calma la sed tanto como el original, sigue siendo una opción para algunos.
¿Dónde probar un buen vaso de Mote con Huesillos? Si gusta de caminar por el centro, puede irse a la segura con cualquiera de los más de veinticinco carritos que se reparten por los paseos peatonales y otras esquinas concurridas. Esto, porque prácticamente todos estos son “sucursales” de la añosa Fábrica Copihue, de Independencia. Si gusta de la tradición, un imperdible es el Rey del Mote con Huesillos, en la esquina de Rondizzoni con Mirador, muy cerca del Club Hípico. Más que por sabor, lo mejor de ahí es la tradición. Mal que mal, llevan más de setenta años vendiendo este helado manjar.
¿Dónde probar un buen vaso de Mote con Huesillos? Si gusta de caminar por el centro, puede irse a la segura con cualquiera de los más de veinticinco carritos que se reparten por los paseos peatonales y otras esquinas concurridas. Esto, porque prácticamente todos estos son “sucursales” de la añosa Fábrica Copihue, de Independencia. Si gusta de la tradición, un imperdible es el Rey del Mote con Huesillos, en la esquina de Rondizzoni con Mirador, muy cerca del Club Hípico. Más que por sabor, lo mejor de ahí es la tradición. Mal que mal, llevan más de setenta años vendiendo este helado manjar.
Y si es por tener una cuota de esparcimiento, nada mejor que subir el San Cristóbal en el funicular y probar la calidad que se ofrece en la cumbre. Sin duda, es el Mote con Huesillos con mejor vista de Santiago. Ahora, si necesita encontrar uno de estos expendios en forma urgente y no ve ninguno cerca suyo, no dude en preguntarle a un taxista: nunca fallan.
Por el Conde Barros Luco.
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Por el Conde Barros Luco.
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