"...en una democracia moderna, desarrollada, la posibilidad real de alternancia en el poder es decisiva. De lo contrario, la sociedad estaría formada por ciudadanos que pueden gobernar y por otros que no pueden, vale decir, ciudadanos de primera clase o de segunda." (La Segunda, Chile) .
José Antonio Viera-Gallo, que es una de las pocas personas razonables, equilibradas, ilustradas, que todavía quedan en la izquierda chilena tradicional, aconsejó a los dirigentes de la campaña de Eduardo Frei que no se dediquen a "satanizar" a la derecha.
Es un buen consejo, pero me parece difícil que sea verdaderamente analizado y escuchado por sus pares. ¿Por qué? Porque lo esencial de la campaña de la Concertación ha consistido en eso: en dejar a un lado el verdadero debate de las ideas, de los contenidos, de los programas de gobierno, y sostener que si no gobiernan ellos, que si no se unen todos, llega al poder la derecha, es decir, el cuco, el malo de la película. Es un argumento simple, de aparente eficacia, y la Concertación ha caído de cabeza en la tentación de este simplismo.
Pero ya lo he dicho en crónicas anteriores: en una democracia moderna, desarrollada, la posibilidad real de alternancia en el poder es decisiva. De lo contrario, la sociedad estaría formada por ciudadanos que pueden gobernar y por otros que no pueden, vale decir, ciudadanos de primera clase o de segunda.
Algo parecido se planteó en los días de la elección de Jovino Novoa a la presidencia del Senado. Las cosas quedaron claras entonces, pero esta tendencia a creerse dueños del llamado progresismo, a arroparse, contentos y felices, en las banderas del pensamiento políticamente correcto, es un vicio ideológico, una tara del siglo XX que todavía, entre nosotros, no desaparece del todo.
...El último invento retórico es que la campaña de Frei será una lucha contra "el poder del dinero". Es un recurso a la truculencia, pero no me convence nada. El Gobierno de Ricardo Lagos, el más constructivo y creativo de la Concertación, gobernó a través de un buen entendimiento simultáneo, siempre conversado, negociado, con las fuerzas del trabajo y de la empresa. Michelle Bachelet
puso el énfasis del Gobierno suyo en la no exclusión de las mujeres y en la protección social, pero, a través de su ministro de Hacienda, mantuvo un trato prudente, inteligente, con los sectores empresariales y financieros. En las grandes democracias modernas, en Alemania, Francia, España, el poder del dinero existe en gloria y majestad, pero controlado, contrapesado, limitado por las leyes, la opinión pública, los sindicatos, los partidos de izquierda. Son democracias criticables, susceptibles de reformarse, de perfeccionarse, pero nadie pretende volver a los lentos, paquidérmicos, insensibles Ogros Filantrópicos (para citar al poeta Octavio Paz) del siglo pasado. ¿Más Estado? Mi respuesta es clara: mejor Estado, y lo menos burocrático, lo menos autoritario que sea posible.
Supongo que mis lectores ya habrán adivinado por quién voy a votar en las elecciones del 17 de enero próximo. Siempre en mi vida voté por la izquierda o por la centro izquierda, por el no a la Constitución de 1980, por el no a Pinochet, por la Concertación, pero ahora, por una vez, en la coyuntura chilena de hoy, me siento obligado a cambiar. Lo hago a conciencia, después de meditarlo bien, y sin la menor hipocresía. Siempre he tenido un sentimiento de izquierda, pero el rótulo de izquierdista, el letrero, la aureola santurrona, no me interesan para nada.
Creo que el probable Gobierno próximo de Sebastián Piñera podría darle un impulso a nuestro desarrollo económico, que en los últimos años ha languidecido algo, sin provocar un retroceso en las conquistas sociales que ha logrado la Concertación. Por su lado, la Concertación tendrá cuatro años para reinventarse, como se dice ahora, proceso que no se puede alcanzar en tres semanas, y la Democracia Cristiana podrá volver a leer los textos fundacionales e inspirarse en ellos. La idea que lanzó Piñera en plena campaña de buscar apoyos transversales dentro del mundo de la DC no me pareció mala, a pesar de que fue rápidamente rechazada y por razones obvias. Ahora, sin ser un experto, observo que los electores apoyaron a personas del centro de la DC, esto es, al centro del centro, y esa tendencia también me parece interesante.
Por otra parte, no tengo la intención de integrarme a ninguna campaña electoral. Hago una campaña diaria, dura, a veces implacable, por seguir leyendo y escribiendo, por mantenerme atento a la evolución del mundo de hoy, y les aseguro que la lucha no es en absoluto fácil.
Estuve hace poco en Lima y se me acercaron jóvenes universitarios. ¡Qué vigente está usted!, me dijeron. Tuve la sensación curiosa de que había ganado mis elecciones personales, y me sentí contento y tranquilo, con la conciencia en calma.
Por Jorge Edwards - (Extracto de artículo publicado en El País, España). – Infolatam.
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lunes, 28 de diciembre de 2009
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