El gobierno considera que en la segunda vuelta presidencial del domingo entre el derechista Sebastián Piñera y el oficialista Eduardo Frei se juega la continuidad de 20 años de políticas exitosas o un viraje a la derecha.
La oposición derechista ha acusado reiteradamente al gobierno a intervenir en el proceso electoral para favorecer a Frei, mientras que las autoridades replican que se trata de una campaña sucia de la derecha sin asidero
"Lo que se juega en esta elección es, por un lado, o la continuación de los proyectos de la Concertación (de Partidos por la Democracia, la coalición gobernante) ... o un viraje hacia la derecha buscando otras alternativas, un deseo de cambio, de renovación, de cambio de caras, una especie de aburrimiento", dijo este martes en declaraciones a radio Cooperativa el ministro del Interior, Edmundo Pérez.
El jefe del gabinete ministerial apuntó que a su juicio los cuatro gobiernos que ha encabezado la coalición de cuatro partidos de centroizquierda en el poder tras la restauración de la democracia en 1990, "han sido los gobiernos más exitosos en la historia republicana por lo menos en el último siglo" y que eso no lo discute ni siquiera la derecha opositora.
Sin embargo, el abanderado de la coalición de dos partidos de derecha, Sebastián Piñera, es favorito según las encuestas para triunfar y convertirse en el primer presidente derechista electo democráticamente en 52 años.
Un informe gubernamental hecho trascender el lunes hizo resurgir el optimismo en el oficialismo al pronosticar un estrecho triunfo de Frei. Piñera obtuvo en la primera vuelta del 13 de diciembre un holgado triunfo sobre Frei, aunque la votación del candidato oficialista y los otros dos aspirantes presidenciales salidos de la coalición gobernante superó la del empresario derechista.
Piñera logró el 44%, mientras Frei sólo consiguió el 29,6% y tiene ya el respaldo del derrotado izquierdista Jorge Arrate, que busca sumarle el 6,2% que obtuvo en la primera ronda. El 20% del disidente socialista Marco Enríquez-Ominami, que rechaza al candidato derechista pero se rehusa a apoyar al oficialista, es codiciado tanto por Frei como por Piñera.
Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta aprovecharon el último debate televisivo entre ambos la noche del lunes para hacer gestos y llamados explícitos a los partidarios de Enríquez-Ominami.
Los dos sectores en pugna se consideraron vencedores del debate de dos horas en el que Frei, un ex presidente de 67 años, se esforzó por ser considerado heredero de la presidenta Michelle Bachelet, quien a dos meses del término de su gobierno de cuatro años goza de una popularidad del 81%, según una encuesta. Y Piñera, un empresario de 60 años, aprovechó para insistir en que encarna el cambio que Chile requiere y tomar distancia de la dictadura de 17 años de Augusto Pinochet (1972-1990), que su sector respaldó y en la que participó.
Por FEDERICO QUILODRAN - The Associated Press - El Nuevo Heraldo.
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