La estrategia de Uribe parece tener un doble propósito. Por un lado, buscaría asegurar que las diversas fuerzas uribistas en el Congreso aprueben el referendo. (Como el número de uribistas aspirantes a sucederle es significativo, el Presidente está midiendo sus fuerzas de manera sutil frente a sus propios aliados...). Por el otro, buscaría ir abriendo otros caminos en caso de que el referendo no logre superar los diferentes obstáculos que le esperan en el camino"
Tras la reapertura del Congreso el mes pasado, la atención publica colombiana se ha volcado nuevamente sobre la suerte del proyecto de convocatoria al referendo que buscaría abrirle las puertas a otra reelección del Presidente Alvaro Uribe. Enfrenta un camino de dificultades y alimenta incertidumbres extraordinarias en el año electoral que se avecina.
Además de ser aprobado definitivamente por los legisladores, el proyecto tendrá que ser revisado por la Corte Constitucional y, por supuesto, votado después en las urnas. Adicionalmente, la financiación del proceso de recolección de firmas que le dio origen legal ha sido cuestionada -la Fiscalía ha llamado a interrogatorio al promotor del referendo-.
Su misma suerte en el Congreso (que en Colombia es bicameral) sigue siendo incierta. El 17 de abril, la Comisión Primera del Senado aprobó el proyecto en la tercera de las cuatro sesiones que se requiere para convertirlo en ley. La siguiente será en la plenaria del Senado. Pero como la Comisión del Senado modificó el texto del referendo aprobado por la Cámara de Representantes (la redacción original sugería que Uribe solo podría aspirar a la reelección en el 2014), su aprobación final requerirá una conciliación entre las dos cámaras.
El panorama electoral -por las indefiniciones que motiva el proyecto de referendo-, parece entonces marcado por una notable "incertidumbre" que, según la revista Semana, "seguirá siendo la nota predominante" en lo que resta del año (12/04/09). Tal incertidumbre es motivo de alguna preocupación. Hasta tanto no se defina si Uribe podrá o no aspirar una vez más a la presidencia (y el presidente se pronuncie al respecto), las fichas del ajedrez político para el próximo juego electoral estarán aún por definirse con claridad.
La definición no será pronta. Según Semana, "los uribistas más optimistas" esperan que, de ser aprobado el proyecto en el Congreso, el fallo de la Corte Constitucional se produciría en septiembre. Si éste es favorable, los colombianos votarían así el referendo hacia fines de 2009. Sólo entonces, con los resultados del referendo, se definiría el tema de la nueva candidatura del Presidente Uribe -y por tanto el panorama de las candidaturas-, apenas unos meses antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales (mayo 30 de 2010).
Frente a la posibilidad de su no aprobación, un grupo de parlamentarios uribistas radicó en estos días en el Congreso un proyecto de reforma constitucional, como vía alternativa al referendo para lograr el cambio de la constitución que permitiría la nueva candidatura de Uribe. De persistir las mayorías parlamentarias a favor de esta ruta, el proceso serían por lo menos tan encumbroso -sin claridad alguna hasta comienzos del 2010-.
"La política" [colombiana] está congelada", observó recientemente Rodrigo Pardo, el Director de la revista Cambio. Ante tan prolongada incertidumbre, sin embargo, pocos se han quedado con los brazos cruzados, ni en el gobierno ni en la oposición. Por el contrario, en vista de las distintas posibilidades aún abiertas mientras se define la cuestión reelectoral, se ha desatado una interesante dinámica política.
Paradójicamente, el cuadro parece más complejo dentro de las filas gubernamentales, donde quienes aspiran a suceder a Uribe se han visto forzados a mantener un fino balance, como en la cuerda floja, frente a las ambiciones reelectorales del Presidente, su jefe.
En cada uno de los tres principales partidos que apoyan a Uribe -el llamado Partido de la U, Cambio Radical, y el Conservador-, existen firmes aspirantes. (Véase "El análisis de Infolatam", 30/11/08). Algunos de ellos han expresado públicamente su oposición al referendo. Otros, miembros de la administración, mantienen un prudente silencio. Entre los conservadores, unos creen que el partido debe prepararse ya para ir esta vez a las presidenciales con candidato propio (en un proceso de selección que pareciera estar ya en curso); pero otros prefieren apostarle sobre todo al referendo.
La junta de parlamentarios conservadores intentará resolver el dilema en una reunión programada para el miércoles 23 de abril. Una carta del expresidente conservador Andrés Pastrana (1998-2002) -dirijida al jefe de su partido este 18 de abril, donde se refirió a la "reelección" como un "cuerpo extraño al diseño de nuestro sistema institucional"-, agitó la controversia interna del conservatismo.
El Gobierno ha movido sus fichas en una estrategia sagaz. Cuatro de los más cercanos funcionarios de Uribe renunciaron a sus cargos recientemente con abiertos fines de jugar papeles preponderantes en las próximas elecciones. Andrés Felipe Arias, ahora ex ministro de Agricultura, salió a disputar la pre-candidatura conservadora, pero sobre la advertencia que retiraría su candidatura si el referendo pasaba y Uribe se postulaba. Juan Lozano (Cambio Radical) dejó el Ministerio del Medio Ambiente para buscar una curul en el Congreso.
Luis Carlos Restrepo, hasta hace poco el Alto Comisionado de Paz, está dedicado a disciplinar a las fuerzas uribistas al frente del Partido de la U, con aspiraciones de reagrupar a distintos partidos uribistas bajo una sola organización. Y José Obdulio Gaviria, estrecho asesor presidencial, renunció a su oficio en la Casa de Nariño (la sede presidencial) para defender el referendo y apoyar la reelección de Uribe desde la tribuna pública (mantiene ahora una columna regular en El Tiempo).
La estrategia de Uribe parece tener un doble propósito. Por un lado, buscaría asegurar que las diversas fuerzas uribistas en el Congreso aprueben el referendo. (Como el número de uribistas aspirantes a sucederle es significativo, el Presidente está midiendo sus fuerzas de manera sutil frente a sus propios aliados -de allí la disputa a ratos soterrada que se dirime en el Congreso alrededor del referendo). Por el otro, buscaría ir abriendo otros caminos en caso de que el referendo no logre superar los diferentes obstáculos que le esperan en el camino. En este sentido, la candidatura del exministro Arias representaría la promesa de continuidad del uribismo sin Uribe. Pero el Presidente también le está apostando a consolidar un movimiento político que aspire a las mayorías en las próximas elecciones legislativas (marzo de 2010).
Frente a la estrategia gubernamental, la oposición parece ir a la zaga pero tampoco ha permanecido inamovible. En la reciente convención del Polo Democrático Alternativo -a la izquierda del espectro ideológico-, se decidió ir a la primera vuelta presidencial con candidato propio (todo indica que sería Carlos Gaviria, el presidente del partido), una decisión que provocó divisiones. (Véanse, "El análisis de Infolatam", 05/03/09, y 11/02/09). El Senador Gustavo Petro, quien aspira a ser candidato, se ha declarado en abierta disidencia. El Partido Liberal se encuentra en el proceso de organizar una consulta interna para seleccionar candidato en septiembre próximo.
Más allá del PDA y el Liberalismo se encuentra la figura independiente del exalcalde Medellín, Sergio Fajardo quien, sin declararse en oposición al Gobierno, se postula como un serio aspirante a la presidencia. "No somos uribistas ni anti-uribistas", dijo en reciente entrevista en El País (08/04/09), durante su visita a Bercelona para recibir el premio City to City Barcelona FDA. Su nombre encabezó la última encuesta de Datexco sobre las preferencias de voto para presidente en caso de que Uribe no fuese candidato (Semana, 12/05/09).
No podría descartarse una eventual convergencia de distintas fuerzas (de oposición pero también de simpatizantes de Uribe pero adversas a su reelección) alrededor de Fajardo, quien se ha distanciado de las tendencias polarizantes en búsqueda del centro. Hay, es cierto, una apariencia de "congelamiento" de la política colombiana ante la prolongada incertidumbre que acompaña al proyecto de referendo. Pero en su misma discusión se descubre un movido panorama político, si bien lleno de complejas sutilezas.
Fuente: Eduardo Posada Carbó - Especial para Infolatam.
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