Un operativo del ejército salvadoreño ejecutado el 25 de abril de 1984 cobró la vida de 26 civiles que huían de la guerra. Casi tres décadas más tarde, sus familias pueden cerrar el círculo del dolor por su ausencia.
"Sabíamos dónde estaban enterrados porque yo fui a acabar de enterrarlos", relata Domingo Alemán, mientras acomoda las cajas con los restos de 26 víctimas de la masacre del caserío Las Peñas.
"Recuerdo que había partes a flor de tierra y los demás eran pedazos que los fui recogiendo en un gorro viejo... Y luego los sepulté donde estaba el resto de mi mamá, mis hermanos… acabé de enterrar lo que había quedado: una ropa, pedazos de miembros... Por eso estaba seguro de dónde estaban enterrados", comparte a BBC Mundo.
Hace 25 años, el batallón contrainsurgente Atlacatl ejecutó un operativo de tierra arrasada en el cantón San Cristóbal, jurisdicción de Suchitoto, a poco más de 40 kilómetros al norte de la capital, San Salvador.
En el horizonte se yergue el cerro de Guazapa, uno de los escenarios más sangrientos de la guerra civil salvadoreña que tuvo lugar entre 1980 y 1992.
"Lo vimos todo"
"Cuando capturaron a mi familia yo estaba a una distancia de unos 40 metros de ellos. No más una vaguada nos separaba", rememora Domingo, que en aquel momento era un adolescente recién enlistado en la guerrilla.
No deja de ordenar los féretros pequeños de 50 centímetros de longitud, donde están los restos de su padre, su madre, sus hermanos. En total, 14 miembros de su familia.
Recuerda todo de aquel día, cuando observó todo.
Nosotros encontramos restos como la ropa, los dientecitos de los niños
Carolina Constanza, centro de derechos humanos Madeleine Lagadec
“Nosotros vimos cuando el ejército los encontró en el lugar donde se habían escondido y cómo los llevaban a la fuerza, vimos a mis hermanitos chiquititos llorando agarrados de la falda de mi madre. Y nosotros no más viendo, sin poder hacer nada”, dice a la BBC.
Agazapado entre la maleza, pensó que si él abría fuego pondría en riesgo la vida de sus hermanos y creyó que los soldados no harían nada en contra de las mujeres y los niños, incluso tres de un año de edad.
Pero se equivocó y lleva 25 años conviviendo con ese recuerdo.
María Teresa, de 68 años, perdió a su hija Evelia y a su sobrina aquel día y confiesa a BBC Mundo "que no es fácil aceptar los hechos por la muerte que les dieron, pero solo puedo conformarme, ¿verdad?".
Por las víctimas
El centro de derechos humanos Madeleine Lagadec es una de las pocas organizaciones especializadas en exhumar los restos de las víctimas de la guerra en El Salvador.
El acuerdo de paz en El Salvador se firmó en 1992.
Desde 1992, cuando la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) firmó los Acuerdos de Paz con el gobierno de el entonces presidente Alfredo Cristiani, la memoria de las víctimas en el interior del país no ha sido política de estado.
Eli Hernández, quien es promotor en derechos humanos, criticó a BBC Mundo que "no hay respaldo oficial para reparar el dolor de las víctimas, salvo la ayuda internacional. En el interior del país, ésto no ha sido prioridad, donde hay muchos casos como éste".
Carolina Constanza, la coordinadora del centro Lagadec, dice que para exhumar los restos de estas 26 personas, todo empezó en enero del año pasado con la documentación de la masacre a partir de la información de los testigos.
Luego, tras interponer la petición al Juzgado de Suchitoto, el juez estableció la fecha de la exhumación, que se realizó en tres semanas, y los restos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal para su identificación.
"Esto no fue fácil. Estos soldados los agarraron vivos y los torturaron, incluso a los niños, que ¿qué debían? Después de hacerlos pedazos, los quemaron usando leña para que quedaran calcinados", dice Constanza a BBC Mundo.
"Nosotros encontramos restos como la ropa, los dientitos de los niños", agrega.
Muchas demandas
"Día tras día siguen llegando demandas a nuestra oficina. Lamentablemente no tenemos presupuesto para atender todos los casos", dice Constanza.
La ONG reconoce que todas las exhumaciones que ha realizado desde 1993 solamente son posibles cuando encuentra fondos de la cooperación internacional.
En esta ocasión, la exhumación contó con el financiamiento de la Dirección de Cooperación Internacional, Solidaridad y Paz del Ayuntamiento de Barcelona.
Anna Dionís, directora técnica del programa, dijo a BBC Mundo que el Ayuntamiento de Barcelona financió el proyecto salvadoreño tras ser respaldado por la organización catalana Juristas Solidarios.
"Es un proyecto que va más allá de la exhumación y lo que pretende es la lucha por la defensa de los derechos humanos y la paz sin importar el bando, sino priorizando en las víctimas".
Lo que estoy viendo en El Salvador me es muy próximo a la realidad española, donde todavía nos pesa la huella de la Guerra Civil. Para mí esta experiencia no trata de abrir heridas, sino de cerrarlas porque los ciudadanos tienen derecho a honrar a sus muertos
Ana Dionís, Ayuntamiento de Barcelona
"Lo que estoy viendo en El Salvador me es muy próximo a la realidad española, donde todavía nos pesa la huella de la Guerra Civil. Para mí esta experiencia no trata de abrir heridas, sino de cerrarlas porque los ciudadanos tienen derecho a honrar a sus muertos", argumenta.
Constanza reitera la importancia de este punto.
"Aquí ha sido negado el derecho a conocer la verdad gracias a la ley de amnistía. Los impunes creyeron quedar libres de culpa, pero los familiares de las víctimas siguen esperando justicia y una reparación moral".
En la masacre de Las Peñas asesinaron a 11 niños, 5 adolescentes, 9 mujeres y a Manuel Alemán, de 49 años.
Sus restos fueron sepultados juntos en el cementerio de Suchitoto, donde una placa recuerda "la memoria de niños, niñas, mujeres y hombres a quienes les fue arrancada la vida arbitrariamente".
Por Eric Lemus – BBC Mundo.
.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario