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Gabriela Mistral


viernes, 20 de marzo de 2009

EL SALVADOR: Un país en la búsqueda del centro.

Los salvadoreños acaban de elegir a un presidente ligado al ex movimiento guerrillero FMNL. No se trata de una victoria del radicalismo izquierdista, sino de la búsqueda de un centro que no existe. En vez de votar por un político, nuevamente triunfó un periodista, un rostro conocido que parecía moderado.

El Salvador acaba de elegir un nuevo presidente que representa al movimiento de izquierda que peleó una guerra de guerrillas que se extendió por más de una década. Pero la elección de Mauricio Funes, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMNL), no es precisamente una victoria del radicalismo.

Lo que es incuestionable es que la victoria del FMLN es parte de una creciente tendencia política en América Latina que ha traído gobiernos declaradamente izquierdistas a Venezuela, Brasil, Ecuador, Paraguay y Argentina.

Es una tendencia poderosa, pero hay una clave más simple y elegante para la esperanza de moderación en el nuevo gobierno salvadoreño, a pesar de sus raíces marxistas y guerrilleras. Descansa en uno de los más destacables y novelescos elementos de la política salvadoreña reciente: tanto Funes como su antecesor, Antonio “Tony” Saca, son periodistas. Ninguno de los dos era del tipo incendiario o que despierta pasiones. Saca fue un conocido comentarista deportivo y llegó a ser propietario de una cadena de radios. Alguna vez dirigió el comité de Libertad de Expresión de la Asociación Internacional de Radio.

Funes era un carismático personaje televisivo que hacía un periodismo político que en ningún caso era alternativo. Ha prometido cambio, reconciliación, y se ha enfocado en los problemas que afectan a una gran cantidad de personas pobres y abandonadas. Usó imágenes de Barack Obama como parte de su campaña (para bochorno de la embajada de EE.UU.). De hecho, no tuvo conexiones conocidas con el FMLN durante la época de la guerrilla. A pesar de ser un simpatizante, no se afilió al movimiento hasta hace pocos años.

Para sus oponentes, eso significa que como presidente será un débil muro para los militantes que no se han redimido y que los “viejos comandantes” estarán moviendo los hilos detrás de escena. Durante la campaña, alertaron que la elección de un candidato del FMLN traería de vuelta la inestabilidad y la violencia del pasado, fomentaría el sentimiento anti-estadounidense y revertiría las políticas de libre comercio que han traído crecimiento económico sostenido.

Por el contrario, creo que Funes, tal como Saca antes que él, evidencia a un país en busca del centro político. Su status de periodista está lejos de ser irrelevante. El Salvador no sólo estuvo polarizado por 12 años de guerra civil, en la cual más de 50 mil personas murieron, sino que hubo un esfuerzo concertado por erradicar –es decir, asesinar- a los líderes políticos de centro.

Los más altos dirigentes de los partidos social demócrata y social cristiano fueron hechos desaparecer por los militares o asesinados por escuadrones de la muerte dirigidos por el Ejército a comienzos de los años ochenta. Los moderados que sobrevivieron fueron desacreditados por su asociación con el presidente demócrata cristiano Napoleón Duarte, cuyos aliados militares llevaron a cabo asesinatos masivos, incluyendo el secuestro y homicidio cuatro cuatro monjas estadounidenses y de varios sacerdotes jesuitas.

Un acuerdo de paz a comienzo de los años noventa permitió a la antigua guerrilla entrar en política. Pero el paso para ocupar el centro estuvo bloqueado –hasta hace poco– por el patriarca del FMLN, el líder comunista Schafik Handal. Era un comunista de la vieja escuela, ligado al maoísmo y hasta al ala camboyana del movimiento comunista mundial.

Handel fue el candidato que enfrentó a Saca en 2004. A pesar de estar rodeado de una renovada generación del FMLN, era fácilmente descrito como un retorno a los malos viejos tiempos de la polarización y la revolución violenta. Saca, el hombre que gritaba “Gooooool” en los partidos de fútbol locales, resultaba familiar y no representaba una amenaza. Fue esencialmente una carrera entre dos hombres, donde fácilmente obtuvo el 58% de los votos.

ARENA, el partido derechista de Saca, rompió exitosamente su asociación con el fundador y líder de los escuadrones de la muerte, el mayor del Ejército Roberto D’Aubuisson, quien entre otros crímenes organizó el asesinato del arzobispo de San Salvador Oscar Romero. ARENA se transformó en un partido moderno de derecha, lo que significa que su plataforma puso el énfasis en una economía de la libre empresa y un modelo de libre comercio. Y ese año, la alternativa a Saca era Handal, un comunista que prometía un cambio radical.

Tal como en las recientes elecciones. Excepto que esta vez, el candidato del FMLN, Funes, es el conocido, con un articulado mensaje de esperanza y cambio. Su oponente era un antiguo jefe de la policía nacional cuya plataforma electoral basada en la ley y la seguridad recordaba el pasado.

De nuevo, a falta de un centro político organizado, los salvadoreños votaron por el que parecía más moderado. Un candidato que otra vez resultó ser más una personalidad mediática que un político.

Por John Dinges - CIPER
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