BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


martes, 24 de noviembre de 2009

CHILE: Los hijos no son las armas.

Estoy consciente de lo agresivo del título escogido, pero, lamentablemente, parece necesario hacer una fuerte llamada de atención a las familias, dado el nivel de involucración que los padres hacen de sus hijos, en sus discusiones y especialmente en las situaciones pre y post divorcio. Muchas veces esto se hace como una forma de legitimarse ante el hijo, pero al hacerlo descalificando al otro padre, ambos padres quedan descalificados en la mente del niño(a), con la consiguiente merma de autoridad que ello significa, y además los niños experimentan altos niveles de ansiedad.

El divorcio es siempre una experiencia dolorosa para todos los niños, rompe la fantasía en ellos de tener una familia unida y con esto no pretendo decir que a veces una separación puede ser una mejor solución, para padres que se agreden permanentemente y que viven en el desamor.

La cultura a través de los medios y la literatura plantea un arquetipo de familia, con papá, mamá y hermanos, viviendo juntos en armonía. Desafortunadamente la vida es diferente, hay altos niveles de divorcio y separaciones, hay muchísimas familias monoparentales y la armonía en la vida familiar no parece un logro fácil teniendo en cuenta los altos índices de violencia doméstica.

La separación de los padres es una crisis, que de una u otra forma divide la vida del niño en dos; es decir, antes y después de la separación de sus padres, y es necesario que los niños puedan descomprimirse y elaborar su situación. Dado el fuerte impacto que tiene en los niños ambos padres requieren ser especialmente cuidadosos de no agregar más sufrimiento al que ya tienen sus hijos

Recientemente me toco presentar el libro “Papás puertas afuera”, de la editorial Ocho libros, de Natalia Montero, para quien ésta es su primera obra, la que tiene un carácter marcadamente autobiográfico. El texto se inscribe dentro de una línea de literatura que es la biblioterapia, que significa que la lectura de un texto se constituye en una ayuda para que el niño pueda procesar emocionalmente lo que le sucede y le ayuda a “normalizar”, la experiencia que está viviendo.

La lectura conjunta de padres-hijos de libros orientados a enfrentar situaciones difíciles, puede ser un mediador para una comunicación en un área difícil. Los textos prestan palabras e imágenes, que le clarifican a los niños lo que están vivenciando y así les facilita un desarrollo de la inteligencia emocional.

En este caso el protagonista del libro, se pregunta por ejemplo, si a alguien más le ha pasado lo mismo que a él y como respuesta aparece en la página del frente una interminable fila de niños, lo que hace que el niño con sólo mirar la imagen se sienta menos solo. Los sentimientos del niño se reflejan en el frío que se siente y la descripción del proceso de aceptación de la realidad, y el hecho de poder visualizar algunas ventajas de la separación (como por ejemplo, que los papás pelean menos), puede ayudar a otros niños que estén en este difícil trauma, y para lograrlo los padres deberían pelear menos.

A veces los adultos preocupados por las dificultades inherentes a la separación, descuidan los sentimientos de los niños y los dejan sólo con su pena. La lectura compartida de este libro puede ayudar a padres y a hijos a expresar sus emociones en relación al divorcio.

Ojalá los padres al separarse tengan claro que dejan de ser pareja conyugal, pero que es necesario que puedan ser una buena pareja parental. Para los niños, ellos siempre serán su familia de origen y es necesario comprender que los niños no son las armas en esta batalla que puede ser un divorcio. Que el niño sienta a sus padres como una autoridad respetada y respetable es una tarea en el proceso postdivorcio.

Por Neva Milicic - -Revista YA.
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