Sacudió al país cuando acuñó el hoy célebre concepto de "sueldo ético". Medió en el conflicto de Codelco con sus contratistas y para que la Chepa terminara su ayuno. Tampoco le tembló la voz para rechazar la píldora del día después. Monseñor Alejandro Goic -obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal- sabe que, cuando la situación lo amerita, no hay que rehuir la polémica. Así piensa, se informa y opera "la voz" de la Iglesia chilena.
La gravedad del conflicto lo llevó a comunicarse telefónicamente con la presidenta Bachelet. "Me quiero reservar los términos de ese diálogo, pero era necesario hablar con ella para saber mis márgenes de acción. Tenemos buena relación con la presidenta", aclara Goic, quien tuvo la oportunidad de compartir con ella nuevamente la semana pasada durante la celebración de la Fiesta de La Tirana, en Tarapacá.
Para que su mediación fuera exitosa, Goic sabía que debía contar con el apoyo de los dirigentes sindicales. Por ello, se reunió en su residencia en Rancagua con el líder de la agrupación de trabajadores Cristián Cuevas, el sindicalista Manuel Ahumada, el jefe de la pastoral obrera de Rancagua, Eduardo Morín, y su secretario, el diácono Enrique Palet. Cuevas lo recuerda: "Su acción fue clave. Entendía la problemática de inequidad que vivíamos nosotros, pero también la que afectaba al resto de los trabajadores del país. Fue muy oportuno y sin su mediación la situación se hubiese agudizado. Sin nuestra huelga y la actuación de Goic, la crítica situación laboral de los chilenos no sería tema en el país".
Gracias a la acción de Goic, el 30 de julio de 2007 salió humo blanco en un conflicto que duró 36 días. Cristián Cuevas asegura que este año, cuando se volvió a tensionar la relación entre la CTC y Codelco, Goic se volvió a reunir con ellos: "Está muy comprometido y tiene mucha influencia en las autoridades empresariales y de gobierno, lo que nos da confianza". Y agrega: "Nosotros sabemos a quién recurrir: Goic vivió el Chile de la dictadura y tuvo un rol clave en Concepción, tiene una sensibilidad más progresista y está claro que cuando hablamos con él no lo estamos haciendo con el cura Hasbún".
Terminar con la CNI
Cuevas no es el único que recuerda el paso de Goic por Concepción. Allí estuvo 12 años como obispo auxiliar -después pasó a Talca y, ya como obispo titular, a Osorno- y por su decidida defensa a los derechos humanos se ganó el mote de "cura rojo". "Fueron años muy intensos, porque después de Santiago, la diócesis donde hubo más problemas de índole represiva fue Concepción", recuerda.
De hecho, él fue el primer obispo en pedir públicamente la disolución de la CNI. "Sucedió en noviembre de 1983, después de que Sebastián Acevedo se autoinmolara frente a la Catedral de Concepción en protesta por la desaparición de sus dos hijos. Yo venía llegando de un viaje y en el aeropuerto pedí la disolución de ese organismo, porque en vez de dar seguridad a la ciudadanía los ponía en peligro", dice. También le tocó hacer la misa por las víctimas de Laja, encontradas en el cementerio de Yumbel, y junto al sacerdote Enrique Moreno Laval se hicieron famosos por el programa radial Testimonios, que discutía el acontecer nacional y daba a conocer las actividades de la Iglesia.
Su actuación despertaba las críticas de algunos sectores conservadores, a quienes les molestaba que la Iglesia se inmiscuyera en la problemática política. "Si se ejerce la violencia injusta, la tortura o la desaparición, la Iglesia debe entrar a esos temas, pero no es por una razón política, aunque obviamente pueda con su actuar generar un impacto político tremendo. Y eso pasa con las violaciones a los derechos humanos, pero también cuando la Iglesia se opone a la distribución de la píldora del día después, porque mientras no se compruebe científicamente que no es abortiva, atenta contra la dignidad humana. El principio es el mismo", responde Goic, tajante.
¿Progresista o conservador?
Muchos han tildado a monseñor Goic como parte del ala progresista de la Iglesia. Sin embargo, cuando se refiere a temas de la llamada "agenda valórica", el obispo vuelve a las raíces más conservadoras de la Iglesia. Como presidente de la CECh ha sido vocero de la férrea oposición de la curia a la distribución de la píldora del día después. De hecho, el 2 de septiembre del 2006, la ministra de Salud, Soledad Barría, lo visitó en Rancagua para darle a conocer el Informe sobre las Normas para la Regulación de la Fertilidad, horas antes de que fuera dado a conocer públicamente. El obispo le agradeció su deferencia, pero le aseguró que el documento les traería problemas. Después de este episodio, aseguran quienes los conocen, la relación entre ellos se enfrió.
Y hay más casos. Como cuando el sacerdote jesuita Felipe Berríos hizo una declaración que Goic consideró poco adecuada sobre los preservativos, no dudó en llamarlo a la Asamblea Plenaria. O cuando, pese a que en el 2005 fue el primer presidente de la CECh en recibir a la agrupación que reúne a los homosexuales de Chile, no le tembló la voz para pedirle la semana pasada a Canal 13 que respetara su línea editorial, lo cual hizo que la estación no mostrara una escena de la teleserie "Lola" que tenía un tinte lésbico.
"Muchos me felicitan cuando hablo del sueldo ético, pero no les gusta que les hable de la píldora y viceversa. La fe y la vida cotidiana van en el mismo carril, aunque a muchos católicos no les guste. Somos creyentes cuando vamos a misa, pero también cuando dirigimos empresas, cuando presidimos el sindicato o legislamos en el Parlamento", señala Goic.
Goic superestrella
Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana. Después de leer el oficio, rezar laudes y hacer misa, toma desayuno y a las 8:30 llega a sus oficinas en el Arzobispado de Rancagua, ubicado a unos pasos de su residencia en O´Carrel. Ahí lee todos los diarios y prepara documentos sobre los temas que están dado que hablar. Esta semana, por ejemplo, redactó su opinión sobre las transfusiones de sangre y reeditó un antiguo artículo que la CECh publicó en 1990 sobre las donaciones y trasplantes.
Mantiene una agenda diaria bastante intensa. El teléfono suena a cada minuto y recibe en su despacho a personas y líderes de organizaciones sociales. El martes pasado, por ejemplo, lo visitaron los dirigentes de la Asociación de Portuarios para solicitarle su mediación en la negociación para aumentar sus derechos laborales. También estuvo ahí un grupo de los trabajadores despedidos de Agrosuper. Una semana antes, había conversado con José Tomás Guzmán, gerente general de esa empresa. "Ahora estoy rezando y pensando qué se puede hacer", cuenta el obispo.
Ha recibido a todos los gremios más importantes del país, ya sea en Rancagua o en sus oficinas de la Conferencia Episcopal en Santiago. Dos días por mes se junta religiosamente con el comité permanente de la Conferencia y, en forma mensual, lo hace con el ministro Viera-Gallo o el subsecretario Riveros para mantener al gobierno informado de las acciones de la Iglesia.
Goic está en todas. Y él lo reconoce: "Desde que aconteció lo del sueldo ético, he sentido algo parecido a una escena de la película 'Jesucristo Superestrella', donde Jesús es aplastado por una muchedumbre. Guardando las proporciones, a mí me pasa un poco eso, la cantidad de correos electrónicos, llamados y cartas es impresionante y me he sentido desbordado". Cuando puede deriva las problemáticas a sus respectivos obispos, pero hay temas nacionales que no puede dejar de lado.
Ese fue el caso del papel de mediador que cumplió entre el gobierno y la dirigente mapuche Patricia Troncoso, la Chepa. En enero pasado, el padre de la dirigente lo visitó en Santiago para pedirle que intermediara. Como primer paso, Goic llamó al obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, para hablar el tema. "Pero luego la trasladaron a Chillán y el obispo Pellegrin -de esa ciudad- justo tenía un viaje. Entonces me presentó al capellán del hospital donde estaba la señora Chepa y comencé a conversar con él y telefónicamente con ella", recuerda Goic. Después, el ministro Pérez Yoma lo llamó muy preocupado por el tema. El obispo conversó varias veces con las partes y las cosas se fueron dando, hasta que se llegó a acuerdo. "No sé si las condiciones fueron óptimas políticamente hablando, pero para mí salvar una vida siempre vale más que el resto de las cosas", señala.
"A Goic le quedaron gustando los flashes y las cámaras de televisión", critica un parlamentario de la Alianza y agrega que esto se debe a una estrategia orquestada por el obispo para poner en la agenda los temas sociales. "Es que se dio cuenta que la Iglesia perdía rating con los temas valóricos", explica este político. Otro detractor del obispo de Rancagua asegura que en sus dichos hay mucha irresponsabilidad: "Es muy complicado que un hombre de su investidura dé recetas económicas, él no puede desconocer el peso de su voz y las consecuencias políticas que sus comentarios conllevan".
Él, sin embargo, no se da por aludido. "Aquí no hay ninguna estrategia, la vida va presentando realidades y la Iglesia se debe pronunciar, eso es todo", dice.
Y no se detiene, pese al intenso dolor que lo aqueja: estos últimos 14 años, una serie de hernias discales y una estenorraquis lo han llevado al pabellón más de una decena de veces. La última fue el 2007, justo para el encuentro de la Iglesia latinoamericana en la ciudad de Aparecida, Brasil, por lo que no pudo asistir. Debió quedarse en Santiago para que le pusieran 10 cuñas de titanio en la espalda. "Todavía me duele cuando estoy parado o camino", dice.
Aun así, siempre en la línea de fuego, no dudó en aceptar la invitación que le hizo el obispo de Iquique para que el fin de semana pasado asistiera a la fiesta de La Tirana. Allí, y cuando todos lo miraban, volvió a sacudir las conciencias, apelando por una mayor equidad social.
Por Josefina Ríos
La gravedad del conflicto lo llevó a comunicarse telefónicamente con la presidenta Bachelet. "Me quiero reservar los términos de ese diálogo, pero era necesario hablar con ella para saber mis márgenes de acción. Tenemos buena relación con la presidenta", aclara Goic, quien tuvo la oportunidad de compartir con ella nuevamente la semana pasada durante la celebración de la Fiesta de La Tirana, en Tarapacá.
Para que su mediación fuera exitosa, Goic sabía que debía contar con el apoyo de los dirigentes sindicales. Por ello, se reunió en su residencia en Rancagua con el líder de la agrupación de trabajadores Cristián Cuevas, el sindicalista Manuel Ahumada, el jefe de la pastoral obrera de Rancagua, Eduardo Morín, y su secretario, el diácono Enrique Palet. Cuevas lo recuerda: "Su acción fue clave. Entendía la problemática de inequidad que vivíamos nosotros, pero también la que afectaba al resto de los trabajadores del país. Fue muy oportuno y sin su mediación la situación se hubiese agudizado. Sin nuestra huelga y la actuación de Goic, la crítica situación laboral de los chilenos no sería tema en el país".
Gracias a la acción de Goic, el 30 de julio de 2007 salió humo blanco en un conflicto que duró 36 días. Cristián Cuevas asegura que este año, cuando se volvió a tensionar la relación entre la CTC y Codelco, Goic se volvió a reunir con ellos: "Está muy comprometido y tiene mucha influencia en las autoridades empresariales y de gobierno, lo que nos da confianza". Y agrega: "Nosotros sabemos a quién recurrir: Goic vivió el Chile de la dictadura y tuvo un rol clave en Concepción, tiene una sensibilidad más progresista y está claro que cuando hablamos con él no lo estamos haciendo con el cura Hasbún".
Terminar con la CNI
Cuevas no es el único que recuerda el paso de Goic por Concepción. Allí estuvo 12 años como obispo auxiliar -después pasó a Talca y, ya como obispo titular, a Osorno- y por su decidida defensa a los derechos humanos se ganó el mote de "cura rojo". "Fueron años muy intensos, porque después de Santiago, la diócesis donde hubo más problemas de índole represiva fue Concepción", recuerda.
De hecho, él fue el primer obispo en pedir públicamente la disolución de la CNI. "Sucedió en noviembre de 1983, después de que Sebastián Acevedo se autoinmolara frente a la Catedral de Concepción en protesta por la desaparición de sus dos hijos. Yo venía llegando de un viaje y en el aeropuerto pedí la disolución de ese organismo, porque en vez de dar seguridad a la ciudadanía los ponía en peligro", dice. También le tocó hacer la misa por las víctimas de Laja, encontradas en el cementerio de Yumbel, y junto al sacerdote Enrique Moreno Laval se hicieron famosos por el programa radial Testimonios, que discutía el acontecer nacional y daba a conocer las actividades de la Iglesia.
Su actuación despertaba las críticas de algunos sectores conservadores, a quienes les molestaba que la Iglesia se inmiscuyera en la problemática política. "Si se ejerce la violencia injusta, la tortura o la desaparición, la Iglesia debe entrar a esos temas, pero no es por una razón política, aunque obviamente pueda con su actuar generar un impacto político tremendo. Y eso pasa con las violaciones a los derechos humanos, pero también cuando la Iglesia se opone a la distribución de la píldora del día después, porque mientras no se compruebe científicamente que no es abortiva, atenta contra la dignidad humana. El principio es el mismo", responde Goic, tajante.
¿Progresista o conservador?
Muchos han tildado a monseñor Goic como parte del ala progresista de la Iglesia. Sin embargo, cuando se refiere a temas de la llamada "agenda valórica", el obispo vuelve a las raíces más conservadoras de la Iglesia. Como presidente de la CECh ha sido vocero de la férrea oposición de la curia a la distribución de la píldora del día después. De hecho, el 2 de septiembre del 2006, la ministra de Salud, Soledad Barría, lo visitó en Rancagua para darle a conocer el Informe sobre las Normas para la Regulación de la Fertilidad, horas antes de que fuera dado a conocer públicamente. El obispo le agradeció su deferencia, pero le aseguró que el documento les traería problemas. Después de este episodio, aseguran quienes los conocen, la relación entre ellos se enfrió.
Y hay más casos. Como cuando el sacerdote jesuita Felipe Berríos hizo una declaración que Goic consideró poco adecuada sobre los preservativos, no dudó en llamarlo a la Asamblea Plenaria. O cuando, pese a que en el 2005 fue el primer presidente de la CECh en recibir a la agrupación que reúne a los homosexuales de Chile, no le tembló la voz para pedirle la semana pasada a Canal 13 que respetara su línea editorial, lo cual hizo que la estación no mostrara una escena de la teleserie "Lola" que tenía un tinte lésbico.
"Muchos me felicitan cuando hablo del sueldo ético, pero no les gusta que les hable de la píldora y viceversa. La fe y la vida cotidiana van en el mismo carril, aunque a muchos católicos no les guste. Somos creyentes cuando vamos a misa, pero también cuando dirigimos empresas, cuando presidimos el sindicato o legislamos en el Parlamento", señala Goic.
Goic superestrella
Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana. Después de leer el oficio, rezar laudes y hacer misa, toma desayuno y a las 8:30 llega a sus oficinas en el Arzobispado de Rancagua, ubicado a unos pasos de su residencia en O´Carrel. Ahí lee todos los diarios y prepara documentos sobre los temas que están dado que hablar. Esta semana, por ejemplo, redactó su opinión sobre las transfusiones de sangre y reeditó un antiguo artículo que la CECh publicó en 1990 sobre las donaciones y trasplantes.
Mantiene una agenda diaria bastante intensa. El teléfono suena a cada minuto y recibe en su despacho a personas y líderes de organizaciones sociales. El martes pasado, por ejemplo, lo visitaron los dirigentes de la Asociación de Portuarios para solicitarle su mediación en la negociación para aumentar sus derechos laborales. También estuvo ahí un grupo de los trabajadores despedidos de Agrosuper. Una semana antes, había conversado con José Tomás Guzmán, gerente general de esa empresa. "Ahora estoy rezando y pensando qué se puede hacer", cuenta el obispo.
Ha recibido a todos los gremios más importantes del país, ya sea en Rancagua o en sus oficinas de la Conferencia Episcopal en Santiago. Dos días por mes se junta religiosamente con el comité permanente de la Conferencia y, en forma mensual, lo hace con el ministro Viera-Gallo o el subsecretario Riveros para mantener al gobierno informado de las acciones de la Iglesia.
Goic está en todas. Y él lo reconoce: "Desde que aconteció lo del sueldo ético, he sentido algo parecido a una escena de la película 'Jesucristo Superestrella', donde Jesús es aplastado por una muchedumbre. Guardando las proporciones, a mí me pasa un poco eso, la cantidad de correos electrónicos, llamados y cartas es impresionante y me he sentido desbordado". Cuando puede deriva las problemáticas a sus respectivos obispos, pero hay temas nacionales que no puede dejar de lado.
Ese fue el caso del papel de mediador que cumplió entre el gobierno y la dirigente mapuche Patricia Troncoso, la Chepa. En enero pasado, el padre de la dirigente lo visitó en Santiago para pedirle que intermediara. Como primer paso, Goic llamó al obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, para hablar el tema. "Pero luego la trasladaron a Chillán y el obispo Pellegrin -de esa ciudad- justo tenía un viaje. Entonces me presentó al capellán del hospital donde estaba la señora Chepa y comencé a conversar con él y telefónicamente con ella", recuerda Goic. Después, el ministro Pérez Yoma lo llamó muy preocupado por el tema. El obispo conversó varias veces con las partes y las cosas se fueron dando, hasta que se llegó a acuerdo. "No sé si las condiciones fueron óptimas políticamente hablando, pero para mí salvar una vida siempre vale más que el resto de las cosas", señala.
"A Goic le quedaron gustando los flashes y las cámaras de televisión", critica un parlamentario de la Alianza y agrega que esto se debe a una estrategia orquestada por el obispo para poner en la agenda los temas sociales. "Es que se dio cuenta que la Iglesia perdía rating con los temas valóricos", explica este político. Otro detractor del obispo de Rancagua asegura que en sus dichos hay mucha irresponsabilidad: "Es muy complicado que un hombre de su investidura dé recetas económicas, él no puede desconocer el peso de su voz y las consecuencias políticas que sus comentarios conllevan".
Él, sin embargo, no se da por aludido. "Aquí no hay ninguna estrategia, la vida va presentando realidades y la Iglesia se debe pronunciar, eso es todo", dice.
Y no se detiene, pese al intenso dolor que lo aqueja: estos últimos 14 años, una serie de hernias discales y una estenorraquis lo han llevado al pabellón más de una decena de veces. La última fue el 2007, justo para el encuentro de la Iglesia latinoamericana en la ciudad de Aparecida, Brasil, por lo que no pudo asistir. Debió quedarse en Santiago para que le pusieran 10 cuñas de titanio en la espalda. "Todavía me duele cuando estoy parado o camino", dice.
Aun así, siempre en la línea de fuego, no dudó en aceptar la invitación que le hizo el obispo de Iquique para que el fin de semana pasado asistiera a la fiesta de La Tirana. Allí, y cuando todos lo miraban, volvió a sacudir las conciencias, apelando por una mayor equidad social.
Por Josefina Ríos
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