BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


jueves, 5 de noviembre de 2009

CHILE: El calculado silencio de Longueira y compañía (UDI).

La participación de la UDI en esta contienda es silenciosa, desde una segunda fila y expresada básicamente en el despliegue territorial. En privado, reconocen que a esta candidatura presidencial le falta mística, que no existe el compromiso ni la emoción de las contiendas anteriores y que, por más que se esfuercen, ellos están lejos de sentirse convocados o motivados cuando escuchan hablar a su candidato.

Sería injusto decir que hoy la relación de la UDI con Sebastián Piñera es igual de mala, distante o llena de desconfianzas, que hasta hace medio año. No es que mutuamente hayan olvidado y perdonado toda su historia de dos décadas de conflictos, zancadillas e incluso traiciones, sino que simplemente la posibilidad más certera en 20 años de llegar a La Moneda ha llevado a la UDI a poner en práctica y hacer gala de todo su reconocido pragmatismo político, con tal de evitar un quinto gobierno de la Concertación. Eso sí, el inversionista RN aún no es capaz -igual que el 2005- de conquistar ese poco más de 2% de voto popular que sólo los gremialistas han amarrado en las urnas y, como más vale prevenir que lamentar, la UDI está tomando todos los resguardos necesarios para protegerse y asegurar que su voz será escuchada en un eventual gobierno de Piñera.

Nadie puede acusar al gremialismo de no trabajar por el presidenciable. Al menos no en esta ocasión, y al unísono aseguran, parlamentarios y dirigentes de calle Suecia, que el escenario no es el de la segunda vuelta de enero de 2006, en la cual, cuando mucho, marcaron en la papeleta el nombre del inversionista RN. “Ahora no es el momento de darse gustitos ni cometer errores, estamos trabajando por Piñera, no hay candidato a parlamentario que no tenga una foto con él”, aseguran en la UDI. Consideran que en esta contienda el escenario es el mejor desde 1999: el abanderado de derecha, aunque estancado, sigue liderando las encuestas y, junto a la división de fuerzas en el oficialismo con la irrupción de Marco Enríquez-Ominami en la carrera por La Moneda, estiman que el senador DC Eduardo Frei no es tan potente ni difícil de derrotar como sí lo fueron Ricardo Lagos o Michelle Bachelet en su momento.

En la UDI no discuten que los principales rostros del partido no están en la primera línea de la campaña presidencial y que su presencia en el comando estratégico es casi nula, si no fuera por el senador Andrés Chadwick. Aún más, después que el ex timonel Pablo Longueira optó por retirarse del comando hace meses, la decisión fue secundada por otras figuras como Marcela Cubillos y sus principales rostros se han concentrado en las parlamentarias.

“Esta es una campaña extraña, porque salvo Alberto Espina y Andrés Allamand, RN tampoco tiene presencia relevante en el comando. Piñera está con una lógica de equipo similar a la de (Ricardo) Lagos, se rodeó de su familia, su hermana y sus históricos, nadie más”, afirman en el gremialismo.

As bajo la manga

También reconocen -obviamente en privado- que a esta candidatura presidencial le falta mucha mística, que no existe el compromiso ni la emoción de las contiendas anteriores y que, por más que se esfuercen, ellos están lejos de sentirse convocados o motivados cuando escuchan hablar a su candidato.

En ese contexto, la participación de la UDI en esta contienda es silenciosa, desde una segunda fila y expresada en el despliegue territorial. Y es que una debilidad de RN, según sus socios de pacto, es su escasa estructura en terreno a lo largo del país y, por tanto, han sido ellos, los candidatos y bases UDI, los que han hecho casi todo el trabajo para Piñera. “Los equipos territoriales de la presidencial son nuestros. Todos nuestros candidatos piden el voto para Piñera, la fuerza de la presidencial está ahí y hemos trabajado para ligarlo a nuestro voto parlamentario”, sacan a relucir en el partido.

Pero lo cierto es que ello responde al objetivo de la UDI de tener un as bajo la manga, por si el presidenciable llega a ganar y se tienta en hacerles la desconocida una vez que cruce el umbral de La Moneda: resguardar su supremacía parlamentaria, manteniéndose como el principal partido del país. Aspiran, de hecho, a aumentar de 33 a 36 su bancada de diputados -conquistando lugares nuevos como Viña, La Florida y Vallenar- y a elegir a los cuatro senadores que están en competencia.

La razón es obvia. “Para ser escuchados tenemos que tener voz, fuerza, y eso se traduce en votos y en hacer crecer nuestra bancada”, afirma un dirigente UDI, mientras que a nivel parlamentario añaden que “mantener el poder en el Congreso y nuestro proyecto político es la única forma de poder influir en un eventual gobierno, tener voz en la designación de intendentes, gobernadores y seremis”. Por ello, no es gratuito que una figura tan relevante en el universo gremialista como Longueira esté abocado 100% a coordinar los candidatos al Congreso, reforzar los puntos débiles y recorrer el país con ese objetivo.

La UDI popular

En la primera vuelta de 2005, la dupla de Piñera con Joaquín Lavín sumó el 48,64% de los votos. Pero en el balotaje, el abanderado RN no retuvo todo ese caudal, perdiendo la elección con el 46,5%. Poco más de dos puntos que, en la derecha, saben que corresponden al voto popular UDI, que en calle Suecia consideran coincidente con la cifra de la encuesta CERC de octubre, que precisó que 32% del voto gremialista se inclinará en las urnas por MEO.

Dicen los gremialistas que Piñera se ha esforzado en esta campaña por llegar a ese voto, que ha “avanzado”, que se ha “pulido” e incluso que está “más afable”. Pero aún así no logra conquistarlo. Es más, añaden, ese 2% del que habla la CERC sería voto joven. Ya lo advertía antes de las municipales de 2008 Longueira: “Piñera tiene que ganarse la confianza de la UDI, y de ahí el corazón popular del partido; si no lo consigue, va a perder la elección”.

Si de profecías se trata, seguimos con Longueira. En agosto agregó en algunas entrevistas -casualmente en las mismas semanas que exponía junto a MEO invitados por la Fundación Jaime Guzmán y otra cita similar del Instituto Libertad y Desarrollo- que “Piñera tiene que explicar en qué consiste su cambio. No puede permitir que Enríquez-Ominami se expanda y conquiste al electorado juvenil, porque si al final Marco llega a la segunda vuelta y ha logrado crecer dos ó tres puntos hacia acá, esos votos no van a volver”.

Para muchos dos puntos no son gran cosa. Pero en una segunda vuelta que será voto a voto, donde todo apoyo sirve y cuenta, puede ser lo que determine el rictus de derrota o el triunfo del inversionista.

De hecho, los cálculos UDI apuntan a que si Piñera pasa a segunda vuelta con 44% ó 45% y con una brecha promedio de 10 puntos por sobre el que llegue segundo, sea Frei o MEO, por fin tocará la banda presidencial. Pero si la distancia no supera los 4 ó 5 puntos, dicen, una vez más sólo mirará de lejos La Moneda.

Por Marcela Jiménez / LND
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