Estudio del Cemera revela los factores que inciden en la discontinuidad de su uso.
Investigación realizada en 2.811 niñas con actividad sexual indica que las jóvenes que abandonan más fácilmente un tratamiento anticonceptivo son las mayores de 17 años, las que tienen peores notas, expectativas de vida y relaciones familiares. Curiosamente las católicas no practicantes están en la vereda de las mejores usuarias.
Aunque la sociedad chilena siga negando la sexualidad adolescente, ésta no sólo existe, sino que se practica cada vez a menor edad. Si a principios de los noventa el promedio de la iniciación sexual era de 17 años, hoy es de 15,6, según las estadísticas que maneja el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral de Adolescente (Cemera), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, entidad que en base a sus usuarias -entre 1990 y 2006- elaboró un estudio para determinar qué factores inciden en que las jóvenes discontinúen un método de anticoncepción.
¿El fin? Establecer indicadores que permitan a los profesionales saber sobre qué niñas deben reforzar las consejerías para evitar que éstas deserten del tratamiento y se expongan a un embarazo no deseado.
La investigación, a cargo de Electra González y próxima a ser publicada, tiene datos decidores y sorprendentes: las jóvenes que abandonan más fácilmente un tratamiento anticonceptivo son las mayores de 17 años, las que tienen peores notas, expectativas de vida, relaciones familiares y un mayor número de parejas. Curiosamente las católicas son mejores usuarias de anticonceptivos que aquellas que no declaran filiación religiosa. Un dato que llamó la atención de los investigadores. "La mayoría no va a misa ni son practicantes, pero se declaran católicas. Es posible que su conducta se deba a que es peor y sería más cuestionada por su familia y religión que ellas queden embarazadas", dice González.
Prevención
Según el estudio -que se hizo en base a 2.811 casos- un 35,6% de las niñas que lograron usar pastillas o inyecciones por más de un año eran menores de 16 años, mientras que el 64,4% que no pudo superar los 12 meses de tratamiento estaba conformado principalmente por mayores de 17.
"Las niñas con más de 17 años tienden a sentirse más grandes y eso de alguna forma hace que relajen su cuidado de embarazarse. Y para las chicas que no tienen expectativas claras respecto a su futuro pareciera que el embarazo no es un tema tan fundamental, como que en el fondo les da un poco lo mismo", explica la asistente social.
Respecto a lo contradictorio de que una joven con más parejas sexuales se cuide menos que aquellas que mantienen relaciones estables, González explica que esa tendencia puede entenderse "porque tras el término de un pololeo dejan de tomar sus pastillas y no son lo suficientemente previsoras en retomarlas al reanudar actividad sexual con otra pareja".
Consejería experta más que información
Los datos del estudio y realización del mismo dan cuenta -según la asistente social del Cemera- de la importancia de que existan lugares que les den confianza a las jóvenes para recibir una asesoría experta. De hecho, las chicas que demoran más en ir a consultar después de haber iniciado su vida sexual, también están más propensas a dejar un tratamiento de anticoncepción y por ende aumentar su riesgo de quedar embarazadas. "La mayoría llegó acá porque otra adolescente la derivó y porque saben que en este centro la atención es confidencial. Nosotros dejamos que sean las niñas las que les cuenten a sus padres, sin presionarlas en un tiempo determinado para hacerlo. Respetamos la confidencialidad de cualquier consulta médica, porque sabemos que a las niñas lo que les falta en la actualidad ya no es la información (que está a mano en internet) sino lugares donde recibir atención de profesionales que les den confianza, no las juzguen ni reten ni menos llamen a sus padres", dice la experta.
Si esto ocurre y los padres se enteran del inicio de la vida sexual de su hija, Cemera cita a los progenitores para analizar en conjunto el hecho. "Al principio quedan en shock. Piensan que su hija ya está embarazada. Cuando se dan cuenta que no es así, se relajan y tratan entonces de trabajar con nosotros el tema de su sexualidad".
Uno de los temas que los padres deben entender -sostiene la especialista- es que "la información sobre anticoncepción segura no se les puede negar a las jóvenes. Con eso no vamos a estar retardando su actividad sexual, sólo exponiéndolas", dice González.
Investigación realizada en 2.811 niñas con actividad sexual indica que las jóvenes que abandonan más fácilmente un tratamiento anticonceptivo son las mayores de 17 años, las que tienen peores notas, expectativas de vida y relaciones familiares. Curiosamente las católicas no practicantes están en la vereda de las mejores usuarias.
Aunque la sociedad chilena siga negando la sexualidad adolescente, ésta no sólo existe, sino que se practica cada vez a menor edad. Si a principios de los noventa el promedio de la iniciación sexual era de 17 años, hoy es de 15,6, según las estadísticas que maneja el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral de Adolescente (Cemera), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, entidad que en base a sus usuarias -entre 1990 y 2006- elaboró un estudio para determinar qué factores inciden en que las jóvenes discontinúen un método de anticoncepción.
¿El fin? Establecer indicadores que permitan a los profesionales saber sobre qué niñas deben reforzar las consejerías para evitar que éstas deserten del tratamiento y se expongan a un embarazo no deseado.
La investigación, a cargo de Electra González y próxima a ser publicada, tiene datos decidores y sorprendentes: las jóvenes que abandonan más fácilmente un tratamiento anticonceptivo son las mayores de 17 años, las que tienen peores notas, expectativas de vida, relaciones familiares y un mayor número de parejas. Curiosamente las católicas son mejores usuarias de anticonceptivos que aquellas que no declaran filiación religiosa. Un dato que llamó la atención de los investigadores. "La mayoría no va a misa ni son practicantes, pero se declaran católicas. Es posible que su conducta se deba a que es peor y sería más cuestionada por su familia y religión que ellas queden embarazadas", dice González.
Prevención
Según el estudio -que se hizo en base a 2.811 casos- un 35,6% de las niñas que lograron usar pastillas o inyecciones por más de un año eran menores de 16 años, mientras que el 64,4% que no pudo superar los 12 meses de tratamiento estaba conformado principalmente por mayores de 17.
"Las niñas con más de 17 años tienden a sentirse más grandes y eso de alguna forma hace que relajen su cuidado de embarazarse. Y para las chicas que no tienen expectativas claras respecto a su futuro pareciera que el embarazo no es un tema tan fundamental, como que en el fondo les da un poco lo mismo", explica la asistente social.
Respecto a lo contradictorio de que una joven con más parejas sexuales se cuide menos que aquellas que mantienen relaciones estables, González explica que esa tendencia puede entenderse "porque tras el término de un pololeo dejan de tomar sus pastillas y no son lo suficientemente previsoras en retomarlas al reanudar actividad sexual con otra pareja".
Consejería experta más que información
Los datos del estudio y realización del mismo dan cuenta -según la asistente social del Cemera- de la importancia de que existan lugares que les den confianza a las jóvenes para recibir una asesoría experta. De hecho, las chicas que demoran más en ir a consultar después de haber iniciado su vida sexual, también están más propensas a dejar un tratamiento de anticoncepción y por ende aumentar su riesgo de quedar embarazadas. "La mayoría llegó acá porque otra adolescente la derivó y porque saben que en este centro la atención es confidencial. Nosotros dejamos que sean las niñas las que les cuenten a sus padres, sin presionarlas en un tiempo determinado para hacerlo. Respetamos la confidencialidad de cualquier consulta médica, porque sabemos que a las niñas lo que les falta en la actualidad ya no es la información (que está a mano en internet) sino lugares donde recibir atención de profesionales que les den confianza, no las juzguen ni reten ni menos llamen a sus padres", dice la experta.
Si esto ocurre y los padres se enteran del inicio de la vida sexual de su hija, Cemera cita a los progenitores para analizar en conjunto el hecho. "Al principio quedan en shock. Piensan que su hija ya está embarazada. Cuando se dan cuenta que no es así, se relajan y tratan entonces de trabajar con nosotros el tema de su sexualidad".
Uno de los temas que los padres deben entender -sostiene la especialista- es que "la información sobre anticoncepción segura no se les puede negar a las jóvenes. Con eso no vamos a estar retardando su actividad sexual, sólo exponiéndolas", dice González.
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Por Leyla Ramírez.
Por Leyla Ramírez.
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2 comentarios:
Interesante artículo. Los invito a participar de http://tesiskitty.blogspot.com/ blog dedicado a debatir sobre la influencia que la Iglesia Católica ejerce en la sociedad chilena.
Saludos.
Encantado, participare en tu blog, el abordar temas que esten relacionado con nuestra juventud, nos mantiene alerta para orientarlos a ser hombres y mujeres de bien. Pensando, en una sociedad cada vez mas convulsionada y con valores familiares despotenciados.
Carlos.
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