BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


martes, 10 de junio de 2008

¡Sálvese quien pueda!

.
Y se terminó de desordenar el naipe. Hace dos años, la concertación ganaba su cuarta elección presidencial, se iniciaba un gobierno con enorme apoyo popular y la economía, gracias a Eyzaguirre, había salido adelante frente a la crisis del 97, agravada entonces por los desatinos del Banco Central. ¿Quién podría pensar que en menos de dos años estaríamos en esta crisis tan significativa? Nadie. Esto es claramente un problema de liderazgo, para todos ya evidente, y que se ha mostrado en todas las encuestas disponibles.

Curiosamente, lo que gatilla la actual crisis de la DC no es realmente un tema ideológico, o de fondo, sino un coletazo de la administración de un problema autogenerado: el Transantiago. Mal diseñado, mal implementado, mal re-enfocado. Tras tan grande fracaso de una política pública, que en un país normal podría significar literalmente la caída del gobierno, en Chile, hasta el día de hoy, seguimos sin saber cuál es realmente la solución, si la tiene. El ministro majaderamente nos sigue pidiendo un cheque en blanco y que le tengamos confianza. ¿Y por qué deberíamos creerle? Nos dice que la “causa es justa y necesaria”, cualquiera sea el costo, el tiempo y la mala administración. No me imagino a Cortázar, uno de los economistas top del país, enseñando proyectos a sus alumnos en la base de las “causas justas”. Ministro, en un país hay muchas causas justas y necesarias, y las políticas públicas requieren evaluarlas y priorizarlas.

Hasta aquí todo lo del Transantiago ha sido mal hecho y muy poco transparente, y no hay responsables que hayan asumido algún costo. La oposición, más que razonablemente, pide un proyecto final, con compromisos claros, costos claros, fechas claras, responsables claros, antes de asignar los recursos adicionales. ¿Es eso acaso mucho pedir frente a este desastre, que va a terminar costando más de 800.000 millones de pesos, o más? Si a ello sumamos el desastre de EFE, vemos que en el tema transporte hay una especie de tendencia. Y Codelco parece estar pasando por un período complejo.

¿Por qué la DC debe asumir este gran costo generado por Lagos y Bachelet? No se explica. El Gobierno se ha ido corriendo sistemáticamente hacia la izquierda. Por cierto, tiene todo el derecho a hacerlo, pero deja muy mal parada a la DC. Ahora viene un nuevo cambio de gabinete y se re-barajarán las fuerzas del Ejecutivo. Entre tanto, la Concertación solita perdió su mayoría en el Congreso, de modo que aunque les quiten los cupos a los “díscolos”, aún hay que gobernar dos años más con los actuales. La agenda legislativa se va a transformar en un campo minado, muy difícil de transitar. Si a eso le sumamos las tres elecciones que se nos vienen encima en los próximos dos años, la cosa es muy compleja. El Gobierno se va a acercar a la Alianza, y va a tener buena recepción. Pero eso irritará al sector más de izquierda, donde las aguas están también muy revueltas. La pugna del PS no es trivial, y dependiendo de cómo se resuelva, la presión a Bachelet puede ser muy fuerte. El nuevo frente Navarro-Chávez va a generar otro tipo de roces, en temas más ideológicos. ChilePrimero le va a hacer daño al PPD, lo que va a quedar en evidencia a mediados del próximo año.

En suma, la Concertación del 88 ha muerto, para bien o para mal. Tiene que re-inventarse casi desde cero. Ciertamente podría re-nacer “recargada”, pero es difícil, porque tiene la enorme carga de gobernar, y un líder que simplemente descoloca a sus propios seguidores y no marca rumbos claros.

Si a todo esto le sumamos una economía con claros signos de deterioro y que originará fuertes demandas sociales y de estudiantes ahora universitarios, a partir del 2008, el guiso que se cocina no tiene muy buen olor.
¿Entonces, qué? Viene la crónica anunciada de un re-baraje del naipe político nacional. La Concertación se acaba como era. Van a tener que emerger nuevos liderazgos. El poder se va a redistribuir nuevamente.

Sálvese quien pueda será la consigna de muchos que tratarán de re-localizarse de la mejor manera posible. Curiosamente, el binominal es la única tabla de salvación para reestabilizar el sistema. Es poco probable que en esta situación haya los votos para cambiarlo. Si los hubiera, y no se cambia al mismo tiempo el régimen presidencial, Chile pasaría a ser literalmente ingobernable.

Por Sergio Melnick
.

No hay comentarios: