BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


viernes, 8 de mayo de 2009

CHILE: En Chile el futuro ya no será lo que era.

"Parece bastante probable que ninguno de los tres candidatos, Frei, Piñera, Enríquez-Ominami, gane la presidencia en primera vuelta. El hecho de que la candidatura sopresa del último haya recibido ayer el respeto del ex presidente Lagos y el apoyo de los vicepresidentes de los dos partidos socialistas, el PS y el PPD, puede ser un indicio más del agrietamiento de la Concertación. Y quizá una señal de que los socialistas no se resignan a dejar la dirección de la Concertación y esperan a la segunda vuelta para pasar entonces por encima de su compromiso con el democristiano Frei y volver a presentar un candidato propio frente a Piñera".

Estable hasta el aburrimiento; hasta ahora así cabría describir el panorama político chileno. Hará pronto veinte años que los resortes del gobierno han permanecido en las mismas manos: la coalición de socialistas y democratacristianos, que con el acompañamiento testimonial del partido radical, derrotó al pinochetismo en diciembre de 1899. Entre las presidencias de los cristianos Aylwin y Frei y las de los socialistas Lagos y Bachelet apenas ha habido diferencias, más allá de los estilos personales de cada mandatario y de las crisis y otras circunstancias ajenas al país. Los agentes políticos han sido prácticamente los mismos. Como dueños de casa, varios ministros han salido y vuelto a entrar a formar parte de los gobiernos concertacionistas durante todo este tiempo. Incluso uno de los presidentes intenta volver a ocupar el palacio de La Moneda a partir del año próximo.

Eduardo Frei, el único presidente de la democracia que dispuso de seis años para gobernar, en los dos últimos meses ha ido recortando la tremenda ventaja que las encuestas venían otorgando a Sebastián Piñera, el candidato de la alianza derechista que Bachelet derrotó en los últimos comicios. La inercia, experiencia de gobierno y la fuerza que da el poder son bazas que venían jugando a su favor. Muchos analistas siguen pensando que acabará siendo nuevamente presidente en una segunda vuelta, enero del 2.000. Sin embargo están surgiendo datos que inducen a pensar puede haber entrado en crisis el modelo hasta ahora inamovible de la Concertación en el poder.

La irrupción en escena de un joven diputado del Partido Socialista, Enríquez-Ominami, reclamando su candidatura a la presidencia, dentro o al margen de la Concertación oficialista de la que él forma parte, es un dato significativo. Quizá no todos estén dispuestos a apostar todo por que todo siga igual. Los mensajes que el joven Ominami viene lanzando, de inequívoco corte radical, se alejan del tufo partitocrático que suele impregnar las manifestaciones de la generalidad de los políticos chilenos.

Tratando de enlazar con el fenómeno Obama, el candidato sorpresa se vuelca en las redes sociales. "En adhesiones en Facebook ya superamos a Frei... seremos a fuerza que dará por concluido el ciclo político de la transición", ha dicho sin el menor recato hacia el líder del oficialismo. E incluso ha llegado a defender públicamente a otro personaje excéntrico en la vida política chilena, el senador Fernando Flores. Un rival que por su parte no ha dudado en opinar que Ominami es mejor candiato que Frei.

La entrada de Flores en campaña apoyando a Piñera es una muestra más de que la partitocracia puede haber tocado fondo en Chile. El mismo candidato derechista Piñera es otra figura dificilmente clasificable dentro de esquemas políticos tradicionales. "Estamos cansados de coaliciones que hacen campañas con promesas pero gobiernan con explicaciones", proclamaba esta misma semana. Ninguno de los dos partidos de la Alianza está feliz con su candidato; Piñera no tiene los complejos que han impedido a la derecha chilena ganar la presidencia de la República en dos décadas.

Este clima metapartidista lo han vivido la mayor parte de los países de la región, impulsados por la inoperancia o la corrupción de sus cuadros políticos tradicionales. Venezuela fue el paradigma de ese fenómeno. No llega a ser ese el caso de Chile. La confrontación de las campañas tendrá aún mucho de programática. El centro inzquierda oficialista hará girar sus mensajes en torno a la idea del Estado Protector. En un país con un escaso nivel de prestaciones sociales, la crisis juega a su favor. Y también la propia imagen del empresario Piñera, uno de los hombres más ricos del país.

Para éste, la clave de su campaña está en el cambio; en la juventud, en una nueva cultura de hacer las cosas bien, en la responsabilidad personal, en los emprendedores, en anunciar una política de puertas abiertas a los mejores, capaz de terminar con la división entre ángeles y demonios, como su aliado Flores le sugirió esta misma semana.

Parece bastante probable que ninguno de los tres candidatos, Frei, Piñera, Enríquez-Ominami, gane la presidencia en primera vuelta. El hecho de que la candidatura sopresa del último haya recibido ayer el respeto del ex presidente Lagos y el apoyo de los vicepresidentes de los dos partidos socialistas, el PS y el PPD, puede ser un indicio más del agrietamiento de la Concertación. Y quizá una señal de que los socialistas no se resignan a dejar la dirección de la Concertación y esperan a la segunda vuelta para pasar entonces por encima de su compromiso con el democristiano Frei y volver a presentar un candidato propio frente a Piñera.

En cualquier caso, el futuro ya no será lo que era.

Por Federico Ysart - Especial para Infolatam.
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