Enríquez Ominami tiene que demostrar credibilidad y no farándula política. La lucha de Frei por ser simpático y el continuador de Bachelet y un "novedoso" Jorge Arrate, el de los cambios útopicos
El debate presidencial que transmitió este miércoles Televisión Nacional fue la primera prueba de fuego de cara a la ciudadanía, pensando en la elección del próximo 13 de diciembre.
Cara a cara, Sebastián Piñera, Eduardo Frei, Marco Enríquez-Ominami y Jorge Arrate lanzaron sus principales propuestas y las líneas de navegación que regirían sus eventuales gobiernos, donde el rol del Estado, la protección social de Michelle Bachelet, la clase media, delincuencia, salud, educación, vivienda y corrupción marcaron la pauta.
También mostraron sus razgos de personalidad, donde resaltó el ataque de Frei contra Piñera por la sanción que le aplicó la SVS por el uso de información privilegiada el 2007 (que puso nervioso al senador DC y descompuso al empresario de derecha), la frontalidad sin resultados de ME-O, la claridad de los conceptos y el carisma y buen humor de Jorge Arrate y el discurso final del empresario de RN, donde se vio más cercano que de costumbre.
Mientras en el horizonte emergen más foros y paneles entre los cuatro aspirantes a la banda tricolor, sus asesores y los respectivos grupos de trabajo saben que ahora se viene la recta final de la campaña, donde el desafío central será transformar las debilidades de los candidatos en fortalezas, para así atacar los segmentos de la población que aún los mira con descrédito. ¿Podrán hacerlo?
El pasado lo condena
El abanderado de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, tendrá que evitar que sus habituales "salidas de libreto" se transformen en armas que puedan ser usadas en su contra, tal como sucedió con el chiste que le copió el semanario The Clinic ("Bachelet y Bielsa se parecen porque ninguno de los dos sabe qué cresta hacer con Vidal en Defensa"), y que motivó un sinfín de bromas de parte de la conocida publicación y de miles de bloqueros que se rieron de la frase (copiada).
Al igual, sus consabidas frases o cuñas, ya aburren a la audiencia, como quedó demostrado en todos los análisis de los comentarios de este jueves. "La puerta giratoria", "El cándado a la delincuencia" están demasiado manidas y súper utilizadas.
Además, aún resuenan en el ambiente político los diez millones de pesos que dijo haber gastado en publicidad aún no empezada oficialmente la campaña, cuando en avisos radiales y gráficas, gigantografías, palomas y demases la cifra desembolsada era mucho mayor. Sólo en el acto del Movistar Arena se gastaron cerca de 150 millones de pesos, de acuerdo a las propias productoras que trabajaron en el acto.
Por si fuera poco, en su reciente visita a Buenos Aires, Piñera se presentó ante la plana mayor de Boca Juniors, el entrenador Alfio Basile y el seleccionado nacional Gary Medel como el presidente de Colo-Colo. En verdad, el ex senador de RN es sólo el accionista mayoritario no miembro de su dirigencia.
Este tema -que para los políticos profesionales es light- para los colocolinos -la mitad más uno del país, según datos fiables- es indignante. Piñera es hincha de un gran club: Universidad Católica. Cuando fue pre candidato a senador por Valparaíso se puso la de Wanderers. En Colo Colo está por un negocio. No para celebrar goles o sufrir con las derrotas, como ahora. Eso es para nosotros, los colocolinos.
Si a eso le sumamos las multas que ha tenido que pagar por las investigaciones de la justicia estadounidenses (caso Lan Cargo) y de la Superintendencia de Valores y Seguros (compra de acciones de LAN usando información antes que otros accionistas, que técnicamente puede no ser privilegiada pero si es "avivada"), la labor del núcleo piñerista será doble, dado que se trata de un flanco que, tal como fue usado en su contra en el debate del miércoles, lo más probable que se utilice hasta el mismo momento de la elección de diciembre.
Piñera debe vender si o si sus empresas, incluída Chilevisión, LAN y Colo Colo. La excusa que el gobierno no ha enviado el fideicomiso ciego al Congreso ya suena a "parche antes de la herida".
El esfuerzo por caer bien
No hay nada que hacer. A Eduardo Frei le cuesta ser espontáneo y empático. Lo han subido a una bicleta, ha bailado cumbia, regetón ("conga, dijo un viejo amigo"), pero aún está en las antípodas de la simpatía. Que hace esfuerzos, se le nota.
Una imagen que nos impacto del "nuevo Frei" y que la mostraron en todos los canales de televisión: En las actividades previas al debate usó un lenguaje dieciochero ("Tengo carrete") que desentonó totalmente cuando en un asado que realizó en su comando se puso el clásico delantal parrillero encima de su chaqueta. ¿Raro o no?. ¿No había nadie que le dijera que para parrillar, uno se saca el traje?. ¿O la gente del comando tiene temor de decirle una cuestión tan sencilla como esa, donde claramente, como dicen los jóvenes, estaba "dando jugo"?
Después del golpe de efecto que lanzó en el debate (la información privilegiada de Piñera en la compra de acciones), el senador tiene que seguir trabajando la forma como llegar mejor a la ciudadanía, léase con palabras directas, simples e informales, pero no por eso menos serias. El fue Presidente de la República y la gente tiene el recuerdo de lo bien o mal que lo hizo, pero llegó ahí por una alta mayoría de los ciudadanos.
Sus asesores, deberan encontrar la manera para que Frei tenga empatía y una comunicación más directa con sus votantes. No basta con realzar los logros bacheletistas, por lo que la sinceridad y la cercanía deberían ser las palabras clave en estos ochenta días que restan de la campaña.
Frei es como "Kalule" Meléndez de Colo Colo: siempre al medio, defendiendo. Nunca pasa la mitad, se asusta. Este miércoles lo hizo, pisó el área e hizo un golazo (el exocet a Piñera). Que el gol fue con el pecho, la canilla, o con el brazo, fue gol. Lo otro, como dice Carcuro, "a la FIFA".
Piñera nunca más fue Piñera en todo el debate. Se derumbó y se desfiguró con ese gol. El nudo de su corbata azul con rayas parecía horca y no un bonito accesorio. Como "Kalule", Frei debe entender que en política y en el fútbol, los partidos se ganan con goles y buenas ideas y proyectos. No defendiéndose permanentemente.
Hay que atacar por todos los flancos para ganar. Si nos defendemos siempre, al igual como pasó con Unión Española este miércoles en Buenos Aires -cuando ganaba 2-1 y sólo restaban dos minutos para que se acabara el partido y perdió 3-2- la derrota está cerca.
Demasiada sinceridad
A esta altura nadie duda de la sinceridad de las palabras y emplazamientos de Marco Enríquez-Ominami. Sin embargo, tanta franqueza le está pasando la cuenta al diputado ex PS, sobre todo tras las declaraciones antichilenas del 2003 que salieron a la luz pública hace algunos días.
Y eso que el propio ME-O ya anunció que se vienen más "entrevistas punk" del pasado. Por ende, si los dardos irreverentes los lanzó cuando ni se imaginaba ser presidenciable, la verdad, eso a la gente le importa bien poco, porque alguien que quiere llegar a La Moneda tiene que tener conductas intachables siempre y en todo lugar.
Si el "marquismo" logra superar eso, el siguiente paso es terminar con la constante victimización en la que incurre cada vez que es interpelado. Eso de los "caza-Karen" o los "caza-Marco" da para alguien que teme y reniega de sus actos, no de una persona que debería estar por sobre la farándula política.
Para concluir, si Enríquez le adiciona carisma y credibilidad a sus ideas (factor ausente en el debate), ciertamente le irá mejor en los futuros sondeos y en la misma elección de diciembre.
La nueva vedette
Antes del foro de TVN, se decía que Jorge Arrate, carta del Juntos Podemos, iba a tener problemas con un discurso anacrónico más aplicable a la década del 70 que a los tiempos actuales.
No obstante, lo exhibido en el debate, claridad, ímpetu, carisma y sentido del humor hablan del segundo aire del ex ministro de Salvador Allende (Minería) y del propio Eduardo Frei (Educación), por cierto, de cara a recuperar al electorado de izquierda que estaba con Alejandro Navarro y que aún se identifica con Marco Enríquez-Ominami.
Al igual que Tomás Hirsch el 2005 ante Piñera, Bachelet y Joaquín Lavín, Arrate fue la vedette del foro, ganándolo por su empatía e incluso con una dosis de humor no acostumbrada en estos debates. Arrate debiera aprovechar para sumar fuerzas y seguir apareciendo en televisión, principal vitrina de campaña.
Porque quedó demostrado que la edad no es impediento para verse fresco y renovado. Es más, el trabajo de MEO en el debate pasó un tanto inadvertido justamente porque Arrate le quitó las banderas de la juventud al ex diputado PS. La tarea de Arrate es prolongar el mismo sentimiento en los más de dos meses que restan de trabajo en terreno. Sería lamentable que en esta oportunidad "una golondrina no haga verano".
Fuente: Cambio21.
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