Juan Almeida Bosque, el albañil habanero que en su juventud quería alcanzar la fama como compositor de música popular y llegó a ser uno de los hombres de mayor confianza de Fidel Castro a lo largo de más de medio siglo, murió el viernes a las 11:30 p.m. en La Habana por un paro cardiorrespiratorio. Tenía 82 años.
"Con profundo dolor, la Dirección del Partido y del Estado comunica a nuestro pueblo que el Comandante de la Revolución Juan Almeida falleció en esta capital'', informó la nota de poco más de 700 palabras del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Almeida, una emblemática figura del proceso revolucionario desde sus orígenes en el asalto al Cuartel Moncada en 1953, es el primero que desaparece de los tres históricos comandantes de la revolución. Aunque sea de una inmediata manera simbólica, su muerte deja un interrogante vacío en la máxima estructura de poder. Era miembro del Buró Político de Partido Comunista de Cuba (PCC) y vicepresidente del Consejo de Estado. También dirigía la influyente Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).
El gobierno decretó 12 horas de duelo oficial hoy domingo a partir de las 8 a.m., un período corto para una personalidad nacional de su estatura. De acuerdo con su voluntad, agregó la nota, sus restos no serán expuestos. En una fecha posterior no señalada, será sepultado con honores militares en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fuera fundador y único jefe. La población podrá rendirle tributo en el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución y en la base del monumento a Antonio Maceo, de Santiago de Cuba, así como en otras capitales de provincia.
Uno de los pocos negros en el entorno cercano a Fidel y Raúl Castro, Almeida nació el 17 de febrero de 1927 en una familia de trabajadores habaneros. Segundo de 12 hermanos, desde muy joven se vio obligado a emprender múltiples oficios, principalmente relacionados con la construcción. A su vez, componía canciones que no llegaron a tener una relevancia en el público hasta después del triunfo revolucionario de 1959.
Tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, conoció a Castro. Desde entonces, su vida estaría ligada a la trayectoria de una lucha para recuperar la democracia que desembocaría en la dictadura más larga que haya visto América Latina.
En el libro Cien horas con Fidel (2006), una especie de testamento político y biografía autorizada, Castro afirmó al periodista Ignacio Ramonet que incluiría a Almeida entre la lista de "hombres incapaces de traicionar la revolución'', y destacó que era "uno de los que "vivieron tiempos decisivos sin flaquear jamás''.
Condenado a 10 años por su participación en el ataque al Moncada, Almeida acompañó a Castro en la prisión de Isla de Pinos hasta que fueron amnistiados por Batista en 1955. Luego, le siguió en el breve exilio en México. Fue uno de los sobrevivientes expedicionarios del Granma en diciembre de 1956. Tras el desembarco, bajo el ataque del ejército, Almeida ganó notoriedad por haber gritado: "¡Aquí no se rinde nadie, c...!''
Desde que le fueran concedidos los grados de comandante en plena campaña insurreccional desempeñó importantes posiciones en el gobierno, las fuerzas armadas y el PCC.
Junto con los comandantes de la Revolución Ramiro Valdés y Guillermo García, y José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente del Consejo de Estado, integraba el más cerrado y poderoso círculo de la política cubana. La nota de Granma recordó que formó parte del Buró Político del Comité Central del PCC desde su fundación en 1965, siendo ratificado en todos sus congresos. Igualmente fue electo diputado a la Asamblea Nacional y vicepresidente del Consejo de Estado, desde la primera jornada de esta legislatura que no admite candidatos independientes. Fue galardonado con el título honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado.
En los últimos años, aumentó su presencia en funciones protocolares, recibiendo a dignatarios y embajadores extranjeros. La prensa cubana destacó su labor en la ACRC, una agrupación de más de 300,000 veteranos miembros Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior en activo y jubilados.
Almeida fue autor de más de 300 canciones y una decena de libros. Entre sus composiciones musicales más populares están La Lupe, Dame un traguito y ¿Qué le pasa a esa mujer?
Recientemente, Almeida saltó a los titulares internacionales con la salida del libro Memorias de un guerrillero cubano desconocido, de uno sus hijos, Juan Juan Almeida. En el libro, publicado por la Editorial Espuela de Plata, de Sevilla, Juan Juan narra las interioridades de la elite gobernante cubana, a la cual caracteriza con crudas pinceladas como corrupta, ajena a las interminables vicisitudes de los ciudadanos y enteramente sometida a los dictados de los hermanos Castro.
Servicios cablegráficos de El Nuevo Herald contribuyeron a esta información.
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Fuente: El Nuevo Heraldo.
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