BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


martes, 13 de enero de 2009

CHILE: José María Aznar en Chile.

En 2003 los ciudadanos del mundo se movilizaron multitudinariamente para detener la invasión a Iraq, una guerra injusta, ilegal y amparada en mentiras, como se ha demostrado posteriormente. Solamente en 2008 se contabilizó una cifra cercana a los 9.000 civiles muertos en Iraq, llevando el total de fallecimientos de civiles desde la invasión a al menos 98.400, según los reportes de la ONG de derechos humanos Irak Body Count. Esta cantidad no para de crecer ni tiene visos de detenerse, agudizando las tensiones en todo el Medio Oriente.

Con el apoyo de su partido, José María Aznar, que entonces era Presidente del Gobierno español, decidió asumir el protagonismo a favor de esta guerra, dando la espalda a lo que exigía la ciudadanía en las calles y en las encuestas. En marzo de 2003, Aznar, Blair y Bush anunciaron desde las islas Azores su ultimátum a Iraq con un plazo de 24 horas, durante el cual el presidente de ese país debería dimitir y deberían entregarse unas armas de destrucción masiva que ni existían ni había indicio real alguno de su existencia. Culminada la ocupación militar el 1 de mayo de 2003, Iraq entró en una situación de caos, devastación y muerte en la que diversas guerras cruzadas han impedido a los ocupantes conseguir sus propósitos.

Al no contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, la invasión a Iraq fue ilegal y ninguna resolución posterior de dicho organismo puede borrar este hecho. Esto significa que, según el Derecho Internacional, los efectos de esta agresión son crímenes de guerra y los ejecutores e inductores de crímenes de guerra son criminales de guerra. Además, la participación española en la misma se realizó sin la aprobación del Congreso de los Diputados de ese país.

Sin embargo, a casi seis años del inicio de la guerra, José María Aznar se pasea por el mundo, dictando conferencias y haciendo alarde de su arrogante “incorrección política”. De esa forma visitará Chile entre el 12 y 14 de enero, para dictar una conferencia en la U. Católica, en la que se ufanará de sus convicciones y de sus desatinos. Al mismo tiempo, cenará este lunes con prominentes políticos de la UDI y RN, encabezados por el candidato presidencial Sebastián Piñera.

Los crímenes de guerra en Iraq, el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid y el riesgo de desestabilización generalizada en oriente próximo y Asia Central, así como la amenaza de nuevos atentados en todo el mundo, son consecuencia de las decisiones de Aznar en 2003. El esclarecimiento de las responsabilidades penales de Aznar y de sus colaboradores directos es condición necesaria para restablecer el principio de legalidad y seguridad jurídica vulnerados dentro y fuera de España.

Afortunadamente hoy disponemos también de la información suficiente para exigir que la actuación de Aznar como Presidente del Gobierno español deba ser sometida a un examen penal que determine sus posibles responsabilidades y anuncie para el futuro que quienes colaboren en una guerra ilegal no resultarán impunes por el mero hecho de desempeñar un puesto de prominencia política. De este tipo de accciones depende la prevención de nuevas violaciones a los derechos humanos.

Ya es hora que quienes hayan violado la legalidad internacional deban asumir su responsabilidad. Por ello las autoridades políticas y aquellos que no aceptan ser cómplices del genocidio Iraquí deben colaborar activamente en la exigencia de responsabilidades políticas, pero también penales de José María Aznar. Las autoridades judiciales de nuestro país deben aplicar el principio de igualdad ante la ley y no amparar que un criminal de guerra pueda ufanarse públicamente, en la mayor impunidad de sus criminales decisiones.

Álvaro Ramis - Presidente Asociación Chilena de ONGs ACCIÓN.
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