BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


jueves, 28 de agosto de 2008

CHILE: MIEDOS DE AYER Y HOY.

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No lo hago para eso, pero mis amigos de derecha se molestan cada vez que les recuerdo que el miedo es característico de su sector. Un miedo que tiene actuales y pasadas expresiones, y que las tendrá también futuras, porque la derecha no se lo sacudirá mientras lo que predominen en ella sean partidos antes conservadores que liberales. En la derecha chilena, el liberalismo, siempre considerado una especie exótica, ha pasado a constituir casi una presencia tóxica, salvo cuando se lo reduce a esa versión empobrecida que sí goza de aceptación en nuestra derecha -el neoliberalismo-, cuyo compromiso con la libertad apenas alcanza a la del dinero para circular y a la de los empleadores para despedir sin sujeción a regla alguna.

No me voy a referir a los viejos temores de la derecha -al indígena, al campesino, al movimiento obrero, a los sindicatos, al matrimonio civil, a las leyes sociales, a la educación laica, a la ley de divorcio, a la recuperación de la democracia, a la llegada de Lagos a La Moneda, a la negativa chilena de apoyar a Bush en Irak, a la reforma de la Constitución, al término de los senadores designados, a la detención de Pinochet en Londres, y a las más de mil películas censuradas a partir de 1973-, sino a sus nuevos y más recientes miedos.

Temor a que hombres y muje-res conduzcan su vida sexual, reproductiva y familiar del modo que les parezca más adecuado, y miedo a una educación pública caracterizada por un pluralismo ético y religioso que pueda apartar a los jóvenes de los auténticos valores y de la verdadera religión, que son, por cierto, los que la derecha profesa.

Miedo a ratificar un tratado que Chile suscribió hace 10 años -el que creó la Corte Penal Internacional-, en circunstancias de que ya lo han hecho todos los países latinoamericanos, salvo Cuba. Miedo a negociar con Bolivia el acceso al mar que le arrebatamos. Miedo a toda internacionalización que no sea la de los negocios. Y miedo a cómo un Estado de Derecho se comporta con la delincuencia, confundiéndose hasta el punto de creer que se la debe enfrentar al modo en que el semi Estado que es Colombia hace con la guerrilla.

Miedo a que los chilenos que viven en el extranjero puedan votar en nuestras elecciones. Miedo a la inscripción automática en los registros electorales. Miedo a corregir un sistema binominal que le asegura la mitad de ambas cámaras, sin necesidad de competir. Miedo al Partido Comunista, con el cual conversó durante meses para hacerle creer que votaría favorablemente la reforma del binominal, haciendo luego todo lo contrario. Y miedo ahora al pacto con que Concertación y comunistas van a terminar con la exclusión de que a éstos hace objeto el sistema electoral.

Miedo a su propio eslogan del "desalojo"; temor incluso a Piñera, a quien no considera uno de los suyos; y miedo hasta de ganar el poder, según desprendo de conversaciones con amigos de derecha, quienes confiesan temer que la Alianza, instalada en La Moneda, no sea capaz de dar respuesta a las demandas de sectores sociales que no simpatizan con ella y cuya impaciencia irá en aumento.

Por Agustín Squella (EM).

Gentileza: Instituto Jorge Ahumada.
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