BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


viernes, 22 de agosto de 2008

CHILE: RADIOGRAFÍA DEL TRABAJO INFANTIL.


La Primera Encuesta Nacional de Actividades de Niños y Adolescentes (2003), reveló un panorama nada alentador: hay más de 196 mil niños y adolescentes trabajadores, de los cuales poco más de 107 mil lo hacen en condiciones inaceptables.

Según las últimas mediciones del Programa Internacional de Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT, alrededor de 72 millones de niños (as) no asisten a clases, y muchos de ellos, están entre los 218 millones de niños (as) que trabajan en el mundo.

¿Qué ocurre en Chile? De acuerdo a la Primera Encuesta Nacional de Actividades de Niños y Adolescentes, realizada en 2003, “hay más de 196 mil niños y adolescentes trabajadores, de los cuales poco más de 107 mil lo hacen en condiciones inaceptables”.

El mismo estudio revela que, en algunos casos, los menores “no han cumplido la edad mínima de admisión legal al empleo -15 años-, no asisten a la escuela, trabajan en la calle, de noche o por más tiempo que la jornada legalmente establecida para todos los trabajadores”.

Los efectos, en base a esta Encuesta, no son mínimos: los niños (as) y adolescentes se ven seriamente limitados en el ejercicio de sus derechos a la educación, a la recreación, a la salud física y mental, a vivir en un ambiente de cariño, a ser protegidos, y a tener reales oportunidades de progreso y desarrollo”.

En nuestro país básicamente el trabajo infantil está vinculado con la búsqueda de la subsistencia en familias de escasos recursos y, en la mayoría de esos casos, los menores de edad participan en actividades productivas (agricultura, microempresas, comercio ambulante), y llevan dinero a sus hogares.

El abogado y director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somalia ha manifestado la necesidad de darle una dimensión educativa a la lucha contra el trabajo infantil. “Debemos trabajar para que todo niño tenga derecho a la educación y para que no deba trabajar para sobrevivir. El objetivo es una educación de calidad para los niños y un trabajo decente para todos los adultos. Les exhorto a prestar su voz y su acción al movimiento mundial contra el trabajo infantil”.



Convenios

En junio de 2008 se cumplió una década desde que cientos de niños que participaron en la Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil subieron al escenario en la Conferencia Internacional del Trabajo, en Ginebra, y su clamor dio origen a la aprobación del Convenio Nº 182, de 1999, “sobre las peores formas de trabajo infantil”, que complementó el Convenio Nº 138, de 1973, “sobre la edad mínima de admisión al empleo” y el Convenio Nº 29 sobre el trabajo forzoso, de 1930.

Considerando la relevancia de este tema, el Departamento de Derecho Económico y del Trabajo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UCEN, en conjunto con el desaparecido Departamento de DD.HH, realizó un coloquio que contó con una amplia participación de académicos y alumnos. Para el director del Departamento de Derecho Económico y del Trabajo, Andrés Naudon, el objetivo de este tipo de actividades es que los jóvenes como futuros hombres y mujeres de Derecho, que posiblemente ocuparán altos cargos públicos, adquieran conciencia de la misión de implementar una legislación y políticas justas que permitan erradicar el trabajo infantil. Agrega, que otra razón para desarrollar eventos de esta naturaleza obedece a la necesidad de “informar a nuestra comunidad universitaria acerca del trabajo que se encuentra desarrollando el Estado de Chile en la implementación de los Convenios
Nº 138 y Nº 29. Ello, porque el trabajo infantil no se deroga por decreto, sino que con un esfuerzo continuo de cambio social y es, precisamente el reconocimiento de esta realidad la que distingue a los Convenios de la OIT del resto de los Tratados Internacionales”.

El abogado sostiene que los Tratados Internacionales, una vez ratificados e internalizados por un país, rigen con el valor de Ley de la República, en cambio la suscripción de un Convenio de la OIT sólo obliga a los Estados signatarios a adoptar las medidas necesarias para adecuar su legislación interna a las prescripciones del Convenio ratificado. Esto implica que su aplicación requiere de modificaciones de la legislación interna, lo que hace que los procesos de implementación sean lentos.
En cuanto al panorama chileno, el académico advierte que recién en 1990, Chile ratificó el Convenio Nº 138 y sólo en 2000 lo implementó a través de la Ley Nº 19.684 que elevó la edad mínima en el empleo, de 14 a 15 años. “Nuestro Código del Trabajo sólo destina 6 artículos a la regulación del trabajo infantil y no recoge específicamente ningún precepto de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU -1989-, promulgada por nuestro país en 1990. Asimismo, una parte del inconsciente colectivo de nuestro país tiende a pensar que el trabajo infantil es positivo; que es sinónimo de madurez y constituye una fuente de ingresos para su familia, ignorando que el trabajo infantil se relaciona directamente con el riesgo social y con la pobreza, y que estos flagelos se combaten principalmente con la educación de nuestros niños y no con su trabajo”.
Arieli Escobar, coordinadora del Ministerio del Trabajo del Comité Técnico para la Erradicación del Trabajo Infantil, asegura que el 80% de las familias de niños (as) y adolescentes que trabajan en Chile son pobres. “Hay una relación estrecha entre pobreza y trabajo infantil. Somos el país más desigual de América Latina y el tercero en el mundo, por lo tanto, la pobreza y la desigualdad son factores estructurales que están en la base del trabajo infantil”.
La especialista aclara que “la mayoría de las instituciones del Estado se plantea el desafío de que si se están bajando los niveles de pobreza, entonces terminar con el trabajo infantil en Chile podría ser una meta razonable. De esta forma, seríamos el primer país de América Latina que pueda hablar efectivamente de erradicación del trabajo infantil”.


DATO
Fuente: Encuesta Nacional de Actividades de Niños y Adolescentes

• 8.012 niños entre 5 y 14 años trabajan de noche con una jornada superior a 14 horas a la semana, y 4.175 laboran en la calle con esa misma jornada.

• Entre los adolescentes, 17.573 trabajan más de media jornada a la semana (21 horas) y no estudian. Incluso, 3.807 personas de este grupo trabajan más de la jornada legal completa y no asisten a la escuela.

• Existen 4.121 adolescentes que trabajan de noche y 49 horas y más a la semana.

• 13.300 niños y adolescentes trabajan en la calle (en las micros, puerta a puerta, vendiendo, lavando vidrios de autos o haciendo malabarismos)


DATO

Fuente: Estudio “La demanda en la explotación sexual comercial de adolescentes: el caso de Chile”, OIT 2007.
Según una estimación realizada en 2003, al menos 3.719 niños (as) o adolescentes han sido víctimas de explotación sexual.

Los consumidores justifican socialmente la explotación sexual señalando: “Es una práctica generalizada”, “yo no los obligo, porque les pago”, “son pobres, les ayudo con lo que les pago”.

La autora es periodista y editora general de dicha Revista. Colaboradora de Crónica Digital. Este reportaje fue publicado en la Revista Derecho Noticias de la Facultad de Derecho de la Universidad Central..

Por Daisy Castillo - Crónica Digital.
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1 comentario:

estrellita dijo...

¡¡Excelente blog!!
Felicitaciones y que Dios te bendiga
Laura