Vive incómodo con su familia en un reducido apartamento de dos habitaciones en el área de Centro Habana, donde la hora del descanso nocturno se convierte en un desafío a la penuria. Alberto Escalona, un rastrero acostumbrado a largas jornadas tras el timón, asevera que desde hace años duerme con su mujer en una colchoneta de espuma, y que ninguno de sus tres hijos menores ha podido disfrutar el sueño en un colchón de muelles.
"He tenido ofrecimientos para comprar un box spring de segunda mano y un colchón, pero no me alcanza el dinero'', dijo Escalona. "A este paso, a mis hijos habrá que alfabetizarlos de cómo se duerme en un colchón de verdad''.
Desafiando los prohibitivos precios del mercado estatal en divisas, una peculiar industria artesanal ha comenzado a extender sus redes en Cuba para satisfacer la demanda de la población por un objeto invaluable en el ámbito hogareño: el colchón.
Los colchoneros cubanos por cuenta propia se las ingenian para fabricar y reparar colchones en un país donde la materia prima empleada en estas producciones comerciales es importada y controlada por los organismos estatales en su casi totalidad, desde los alambres acerados de los muelles hasta el tejido ancho para cubrir las molduras rellenas.
El colchón se ha convertido en una pieza codiciada en los hogares cubanos como resultado de la escuálida producción estatal durante décadas. De ahí que las confecciones artesanales -- en su mayoría sin licencia oficial para operar -- hayan generado un floreciente negocio a lo largo de la isla, con brigadas de producción, servicios a domicilio y cadenas de distribución que compiten con las ofertas de la industria gubernamental.
"Este es uno de los oficios con más movimiento en la actualidad, a cada rato te encuentras una tarjeta de negocios ofreciéndote hasta garantías en la venta o reparación de un colchón'', comentó desde La Habana el economista disidente Oscar Espinosa Chepe. ‘‘Hay un negocio de fabricación de colchones por cuenta propia que ha proliferado enormemente, porque las necesidades acumuladas por décadas son gigantescas y la producción del gobierno resulta escasa y a precios inalcanzables para el cubano común''.
El monopolio de la industria estatal está en manos de Dujo Copo Flex, una firma mixta cubano-española que fue creada en el 2001 con el propósito de asegurar las necesidades del país. La empresa, radicada en el municipio habanero de Boyeros, es la única especializada en la elaboración de colchones y otros bienes como box springs, cubrecolchones y almohadas.
Su producción actual es de unos 60,000 colchones anuales, que son destinados a las tiendas recaudadoras de divisas y a cubrir las demandas del turismo, según estadísticas publicadas el pasado año por el periódico Tribuna de La Habana.
"En los precios de la tienda [estatal], ni pensar'', manifestó el periodista independiente Odelín Alfonso, residente en La Habana. "Hace dos meses tuve que reparar el mío, que es camero, y el arreglo me costó 80 CUC [unos $100] dando el colchón viejo''.
Los precios en las tiendas estatales oscilan entre 120 y 180 pesos convertibles (CUC) para los llamados cameros o matrimoniales (equivalente al queen en Estados Unidos), y entre 60 y 85 CUC los personales (twin). Un CUC tiene valor de $1.24, de acuerdo con el cambio oficial en Cuba.
De manera que para un cubano de a pie, adquirir un colchón implicaría un desembolso de hasta 5,352 pesos, una cifra muy superior al total de sus ingresos anuales. El salario promedio mensual en Cuba es de 414 pesos (unos $17).
Por WILFREDO CANCIO ISLA –El Nuevo Heraldo
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