BIBLIA, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos.

Gabriela Mistral


viernes, 3 de octubre de 2008

ALEMANIA: Neoliberalismo en retirada.


El electorado alemán ha sido caracterizado como „conservador“. Esta definición se refiere a una posición que no es retrógrada, sino que define una actitud de querer mantener lo que el elector considera que es bueno y se mantiene abierto a las novedades que lo seducen o que le parecen necesarias y correctas. Esta actitud se refleja en la potencia de los partidos “populares” como la Democracia Cristiana y el Partido Social Demócrata que acumulaban tradicionalmente, en conjunto, una mayoría que alcanzaba más allá del 60% de los votos en cada elección. Por lo menos así fue desde 1949 hasta el 2006. Si bien es cierto que la Democracia Cristiana (CDU) ha dominado el escenario gubernamental ampliamente, la Socialdemocracia ha tenido también períodos de gobierno con Helmuth Schmidt; Willy Brandt y Gerhard Schröder.

El único dirigente que no ha gobernado sin un socio de coalición que le asegure los votos de mayoría en el Parlamento es Konrad Adenauer. Los otros han sido gobernantes gracias al apoyo de partidos chicos. Estos son en la RFA el Partido Liberal que ronda en su votación entre un máximo de 11% y un mínimo de un 5% o menos y Los Verdes, un partido que nació como ecologista que también se mueve en ese rango y hoy es una versión “verde” de los liberales.

Hasta antes del gobierno de Gerhard Schröder este panorama político electoral era un dato de la realidad que parecía inconmovible. Los partidos marxistas, y los de extrema derecha, y otros autodenominados “alternativos”, aparecían en las elecciones con una votación de 1% a 0,2% bajo la rúbrica de “los otros” y nunca tuvieron representación parlamentaria, ya que Alemania tiene un sistema de evaluación de las votaciones proporcional y por lista y exige a los partidos que obtengan un 5% mas uno para poder elegir parlamentarios.

Todo funcionaba a la perfección. La llamada “economía social de mercado” funcionaba sin problemas y con un grado de democracia que en Chile –de ser aplicada – significaría el llamado a las armas por parte de la derecha.

La implosión de la Unión Soviética, la anexión de la RDA y la certeza de que la RFA no debía temer mas la amenaza comunista del Este europeo, cambió radicalmente la agenda y los profetas del neoliberalismo empezaron a ser escuchados en Alemania.

Los ideólogos de la “nueva fe” desplegaron sus fuerzas en toda la sociedad alemana. Desde los cabilderos en el Parlamento hasta en las universidades y gremios de científicos económicos, sociales y políticos. No transcurría un día de noticias en la televisión en el cual no apareciera un “experto” neoliberal que pontificara acerca de la fe mercadista, de la liberación de los mercados y toda la parafernalia ideológica de la “buena nueva”. Ello sumado a la privatización desatinada y arrasadora que sufrió la RDA luego de ser anexada y haber desaparecido como Estado, agregó fuego al triunfalismo capitalista de la RFA.

En este ambiente, en el que parecía natural que se vendieran a empresas norteamericanas las redes de tranvías de las ciudades, las que luego los municipios ex propietarios las arrendaban a los nuevos dueños de Atlanta o de Georgia y captaran utilidades por la gestión de los mismos, sin que nadie viera claramente que al final todo el manejo significaba sólo un encarecimiento de los precios del servicio y un empobrecimiento real de los ciudadanos comunes y corrientes que están obligados a tomar el tranvía para ir a trabajar. (Este tema adquirirá actualidad cuando los “propietarios” en los Estados Unidos vendan a los chinos los tranvías de Stuttgart, asunto que ya preocupa a algunas comunas alemanas).

En este escenario, apareció como necesario e imprescindible para el progreso de la nación, que se realizaran reformas profundas al sistema social y a la seguridad social, que era un elemento central del concepto de “economía social de mercado”. Naturalmente no para mejorar a los mas, sino que para, primero, cumplir con los mandamientos sagrados de la nueva religión y segundo, para beneficiar con ello a los “creadores de riqueza”, como los llaman algunos, vulgo los ricos.

En este sentido uno de los dirigentes mas brillantes de la derecha alemana, Franz Josef Strauss (muy amigo de nuestro dictador Pinochet) ya lo había dicho en los 80: “hay que terminar de una vez por todas con la faramalla inútil de la red social y todo el socialismo de la economía alemana”(wir müssen der soziale klimbim ein ende setzen). Strauss era el gobernador de Baviera y jefe indiscutido de un partido demócrata cristiano independiente que gobierna en ese estado federal, la Unión Cristiano Social.

El llamado a realizar las reformas fue el social demócrata Gerhard Schröder (amigo de Blair y convencido militante de la “Tercera Vía”), apoyado nada menos que por el partido ecologista Los Verdes que le dio la mayoría en el Parlamento para que lo eligieran jefe de gobierno o Canciller.

En este esfuerzo, Schröder dejó en el camino toda la programática social de su partido y los Verdes abandonaron completamente todo su discurso pacisfista y ecológico.

El partido Social Demócrata Alemán (Sozialdemokratische Partei Deutschlans), no es poca cosa. Fundado en 1863 en Leipzig por Ferdinand Lasalle como “Unión general obrera”, se fusionó con el Partido Social demócrata obrero fundado por August Bebel y Karl Lieknecht en 1875 del que nació finalmente el Partido Socialista Obrero Alemán. Este nombre fue cambiado posteriormente a raíz de que los Nazis denominaron a su organización como “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán”. La historia del PSD está vinculada estrechamente con la historia del movimiento socialista europeo y mundial y se supone que esta organización es depositaria de las ideas y las utopías sociales por las que miles y miles de dirigentes han dado la vida. Ello, sin embargo no impidió que con Gerhard Schröder a la cabeza iniciaran un camino reaccionario y abandonaran toda la programática que les dio vida durante 148 años de luchas y ataques de la derecha.

Efectivamente, Schröder con su agenda programárica llamada “2010” puso en la mesa una reforma que significaba neoliberalizar el mercado de trabajo y la ayuda social alemana y “modernizar” la economía. Nosotros en Chile sabemos lo que significa esa palabreja. Es decir prácticamente eliminar la red social que se suponía impedía la caída en la miseria de los que perdían su trabajo. De paso privatizó todo lo que pudo y lo que no privatizó fue porque la población se rebeló. Le entregó a un monopolio la generación y la distribución de la electricidad con lo que los precios de la energía se han multiplicado casi por 10 desde la medida de “liberalización” del sistema...es decir intento realizar la profecía neoliberal sin consideraciones de ninguna especie.

Los militantes del Partido Social Demócrata Alemán no aceptaron en gran parte esta nueva política que vació a su partido de todos sus principios y comenzaron a abandonar a la Social Democracia en masa.

Volvamos atrás. A 1989, caída del muro.

El Partido Socialista Unificado Alemán que gobernaba en la RDA estaba formado por el Partido Comunista Alemán; el Partido Social Demócrata, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Liberal. Era -en el papel- una coalición, pero en los hechos la formación de ese bloque de partidos fue forzada y en el marco de la ocupación soviética de la RDA. Sin embargo esos partidos existían y tenían su propia vida en el seno del dominante Partido Comunista. De hecho los dirigentes de esos partidos tenían algunos puestos en el Estado de la RDA. Cuando desapareció el Partido Socialista Unificado, los DC, liberales y otros adhirieron a sus correspondientes alemanes occidentales y algunos hasta han hecho carrera en ellos.

Cuando viene la caída del muro y la practica disolución de la RDA y luego de muchos avatares se formó el Partido Socialista Democrático (PDS en la sigla alemana).

Este partido se declaró heredero del Partido Unificado y del antiguo Partido Comunista Alemán que existía en Alemania capitalista y comenzó a tener presencia en el antiguo territorio de la ex RDA o “Nuevos Estados Federalers” como se los llama hoy en Alemania.

Su adhesión electoral era mínima...hasta que llegó Schröder.

Cuando el canciller neoliberal social demócrata perdió el cargo y asumió Angela Merkel de la democracia cristiana apoyada por la socialdemocracia en lo que se denomina “la gran coalición” , ya el desastre estaba en marcha sin que los dirigentes se dieran cuenta.

El crecimiento del PDS en el Este era achacado al trabajo de un grupo de “anacrónicos” que no eran capaces de ver la realidad esplendorosa de la modernidad y de las maravillas de la Agenda 2010 de Schröder. La misma que la democracia cristiana y la social democracia, ahora en calidad de “junior partner” en el gobierno, querían empujar decididamente.

Se había logrado que la opinión pública alemana vinculara “modernidad”; “cambios buenos”, con toda la ideología neoliberal y sobre todo lograron establecer como no discutible que Alemania requería “reformas” en todos los campos. .

Hasta que comenzaron a tener efecto las medidas de Schröder en la sociedad y se dieron cuenta de que se trataba de una receta relativamente simple: traspaso de recursos gigantescos de la base social a los sectores acomodados o a las empresas; congelamiento eterno de los salarios con el argumento que Alemania tenía que competir en el mercado mundial con...China.

Los sociólogos y cIentistas sociales empezaron a ver que bajo el término “flexibilización” del mercado de trabajo se estaba precarizando masivamente a los trabajadores sin capacidades profesionales, que en el sistema antiguo por lo menos tenían seguridad en sus trabajos y estaban protegidos por contratos colectivos por rama de la producción, que les aseguraban salarios dignos y que les permitían sostenerse sin recurrir a la ayuda social o la caridad. O sea se estaban estableciendo condiciones parecidas a las que reinaban en los EEUU desde la época de Reagan.

Ello se fue reflejando en las votaciones y repentinamente el espectro de partidos políticos se vio enriquecido por los temidos comunistas. En la parte occidental antigua de la RDA el PDS no tenía votación hasta que un grupo de sindicalistas social demócratas mas simples militantes del partido de Schröder abandonan el partido y forman una iniciativa electoral amplia que une a los descontentos en los antiguos estados y esta agrupación se une con los comunistas del Este y forman un nuevo partido “La izquierda”. Desde los tiempos de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht que no había en la política alemana un partido que unificara a social demócratas y comunistas.

Hoy la izquierda cogobierna en varios estados, está representada en por lo menos un Parlamento federal en Alemania capitalista y se apresta a formar una coalición en Hessen el estado federal en que la democracia cristiana gobernaba desde hace casi 15 años con mayorías firmes y seguras. En ese estado federal será elegida por la mayoría parlamentaria que tienen los social demócratas y la Izquierda la diputada Ypsilanti del partido Social demócrata como gobernadora del estado.

Nadie habla de la agenda 2010 en Alemania por temor a quemarse políticamente y las medidas neoliberales están detenidas. La privatización ya dejó hace rato de ser sinónimo de algo positivo y se ha transformado en una palabra que causa reacciones inmediatas en el público, que se organiza para defender el patrimonio público cada vez que algún “privatizador” intenta rematarlo a los privados.

Por ejemplo el ferrocarril. Este medio de transporte es una parte fundamental del sistema de transportes del país con unos 60 mil kilómetros de líneas férreas y junto con la red de carreteras y las redes fluviales que unen Europa desde Amsterdam al Mar Negro, es un elemento básico de la economía nacional alemana.

Un social demócrata, que es el dirigente de la empresa de ferrocarriles estatal, desde hace casi 15 años que intenta privatizar los ferrocarriles. Con los vientos que hoy corren, su intento fracasó, ya que en el Parlamento se aprobó una privatización parcial de un máximo de un 25% de una parte de la gigantesca empresa y se prohibió la privatización de la red y los servicios de carga y menos el patrimonio inmobiliario consistente en las estaciones, la franja de las vías y numerosos otros inmuebles en todo el país, presa especialmente sustanciosa a la que le “había echado el ojo” algunos bancos chinos y japoneses.. De esta manera la “privatización” quedó reducida a una mera participación de privados en el transporte de pasajeros.

Esto ocurre en todos los campos. La privatización de los seguros de salud que era parte importante de la Agenda 2010 ya está fuera de la discusión, la privatización de la educación también, es decir en todos los campos los neoliberales están en retirada. Ya no aparecen mas los expertos dictando cátedra con sus dogmas mercadistas en la televisión y para horror de más de un recalcitrante anticomunista, aparecen los dirigentes de la Izquierda como parlamentarios, gobernadores o ministros.

Todo el espectro político alemán se corrió hacia la izquierda y tanto la canciller Merkel como sus aliados de todos los colores en el campo de la derecha han descubierto que es necesario reformar la red social para reconstruirla y que hay que proteger a los trabajadores tercerizados; que no se puede seguir privatizando los hospitales porque la calidad del servicio sufre; que los seguros privados de salud sólo deben ser una complemento al público y solidario y que no se debe entregar al mercado la salud de los alemanes porque significa tener una situación como en los EEUU en que millones no tienen seguro alguno porque no pueden pagarlo y menos privatizar o individualizar el seguro de jubilación ya que los privados no pueden garantizar las pensiones vitalicias, por un lado y menos pueden cubrir a todos los habitantes que alcancen la edad de jubilar.

Es decir, el neoliberalismo va marcha atrás y en retirada y los pronósticos electorales le dan entre un 11 y un 14 por ciento al verdadero partido Social Demócrata Alemán, “La Izquierda” (Die Linke” en alemán).

Las elecciones generales para renovar el Parlamento y por ende el gobierno, son el próximo año y la Social Democracia ya puso a sus alfiles en la línea de batalla: tanto el Presidente designado del partido y que será elegido en un Congreso en breve, como el candidato a Canciller (actual ministro de Relaciones Exteriores), son decididos partidarios de la Agenda 2010 y neoliberales convencidos. Sus nominaciones sólo lograron que la intención de voto por la social democracia subiera un punto en la ya catastrófica situación en que se encuentra (un par de puntos sobre el 20% cuando lo “normal era un porcentaje entre el 35 y el 40%).

Todos los observadores creen que el partido de Willy Brandt seguirá en un proceso imparable de debilitamiento como lo muestran las encuestas y las votaciones.

Recientemente en Baviera el partido obtuvo el resultado electoral mas bajo en toda la historia de elecciones en ese estado federal y de paso la Unión Cristiano Social perdió 17,1% de su votación y con ella la mayoría absoluta y precisamente en ese estado, que es característicamente derechista y conservador católico, la Izquierda apareció en el espectro electoral con un 4,4%, apenas a seis décimas de haber conseguido por lo menos cinco puestos en el Parlamento estatal, hecho inimaginable para los políticos bávaros hace pocos meses.

Los vientos soplan hacia la izquierda en Alemania.

Los alemanes vienen de vuelta del experimento neoliberal y con la actual crisis económica mundial todos los corifeos políticos de todos los colores se apresuran a alabar los elementos de control que les prohibieron a los bancos especular en el casino de las “subprimes” como lo hubiesen querido, con lo que la economía alemana se salvó en parte de la catástrofe. Naturalmente que no dicen que la relación endeudamiento –capital propio de gigantes bancarios como el Deutsche Bank es de un 30%, es decir deben un 70 y tienen un 30 para responder si no les pagan. Que parte de esa deuda son “subprimes” o seguros de quiebra en paquete...no se sabe, ni quieren decirlo, pero la pedida de 300 millones de Euros que Luís Casado anuncia en su articulo en esta edición, nos hace colegir que el desastre debe ser grande. De lo que no se ha salvado es de la crisis de sobreproducción y de la baja en el consumo y el bloqueo los créditos importados desde los EEUU, pero ese es otro tema.

Aún tenemos en los oídos las predicas de los presuntos especialistas en el sentido que el mercado regulaba todo y que había que desregularizar la economía para llegar al paraíso de prosperidad y riqueza que los Estados Unidos estaban viviendo.

Es decir, el capitalismo realmente existente en Alemania puede que sorteé con pocos daños la crisis, pero que la política neoliberal ya es pasado en el país de Goethe, lo es sin duda.

Por Isidro Peñasco - Gentileza: El Chileno.
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