Hace poco un colega psicólogo extranjero me preguntaba cuál es la patología que más caracteriza a los chilenos de hoy. Mi respuesta fue rápida al principio, pensando en lo impresionables que somos los chilenos a las malas noticias, me acordaba de lo recurrente que resulta hablar de la crisis mundial, de cómo los mercados internacionales se ven afectados y como se deprimen los agentes de la bolsa. Entonces, dado que está claro que el sistema económico no anda muy bien, me pareció sostenible que aquello que caracteriza más en términos de psicopatología a los chilenos medios de hoy es el desánimo, la desesperanza, en fin, algo parecido a la depresión.
Cabe señalar que al pensar en depresión me imagino inevitablemente a la “clase media”, ejemplo tradicional de este país, porque los más acomodados se sorprenden con la crisis por televisión o en definitiva se deprimen por cosas más caras, mientras que por otra parte, para los más desaventajados las cosas siempre han sido rudas y ahí la depresión no existe, no es útil deprimirse siendo pobre.
No obstante, de pronto escucho un “tic tac” conocido y claro, es un tema de Madonna, la reina del pop que nos viene a visitar luego de tantos años, claro está, cobrando bastante caro por su visita. Y ahí veo a esa misma clase media, la deprimida, gastando lo que no tiene por una entrada, lo más cerca posible, a ver si se ve algo. En ese momento qué importan las deudas, la crisis o el precio del inestable crudo.
Frente a aquello me retracto del diagnóstico de depresión y no se me aparece otra cosa sino la manía ¿Qué nos pasa que gastamos todo hasta lo que no tenemos en un concierto de pop cuando no tenemos siquiera para la bencina del viaje al estadio?
No obstante, me da la impresión que la manía dura tan sólo un rato, ya que luego de la retirada del artista, junto con los pagos de los créditos y todo eso, regresa ese desánimo del ciudadano urgido con los intereses de la tarjeta y otros pagos.
Ahí, al ver esta incongruencia, es cuando empiezo a sospechar que lo que caracteriza nuestra vida actual, más que depresión o manía, parece ser algún tipo de crónica esquizofrenia. Y cómo no, alucinamos y jugamos en realidades que a ratos no tienen nada que ver con la nuestra, deliramos con presencias que nos hacen actuar de forma ajena a todo criterio de realidad, desordenamos nuestra vida y nuestras prioridades tomando decisiones sin mayor reflexión, actuamos con agresividad y paranoia inusitada cuando nos vemos presionados a fin de mes por los pagos, etc.
En definitiva, más allá de la crisis económica, de la depresión y conciertos de pop, Chile vive ciertamente en una rara paradoja, en un espacio tan fino entre la ficción y la realidad que a momentos no lo notamos, transitando todos por ahí, sin mayor preocupación al menos por un rato.
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Por Rodirgo Morales - Gentileza: Giro Pais.
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