Claramente la votación del domingo pasado no llenó las aspiraciones de ninguna de las dos fuerzas polares del sistema binominal que nos rige. Por un lado, la Concertación perdió un gran número de alcaldes, sobre todo en comunas emblemáticas, pero su adversaria, la Alianza no logró estrechar significativamente a su favor la diferencia en concejales, la que se mantiene en torno al diez por ciento. La votación fue simplemente desastrosa para quienes en el oficialismo dicen representar el centro político.
Ello resume no solo una realidad política sino social, una realidad económica y de vanas esperanzas y peor situación de una gran mayoría que llamamos clase media, y que es la mayoría, tanto por aquellos pertenecientes a esa clase social en particular como de los tantos que dependen de ella, y que suma más del 80% de la fuerza de trabajo privada.
Si la gestión de la Concertación hubiera sido efectiva en favor de este sector clave, no cabe duda que las cifras le habrían sido mucho más favorables y eventualmente, desequilibrantes. No fue así.
Oportunidades de reivindicación de la clase media hubieron muchas. Desde el Transantiago hasta las medidas tributarias en su favor que se pudieron implementar y decenas de otras. Nadie de la Concertación que aún permanece en ella votó consecuentemente.
Desde otro punto de vista, la cabeza visible de la Alianza no demuestra con su votación ni con un programa explícito, que vaya a orientarse hacia la clase media, y sus pergaminos indican que sólo será más de lo mismo.
La conjunción de fuerzas que se propone – a sabiendas o no- terminar de destruir a la ya más que vapuleada clase media, son los dos conglomerados mayoritarios. A los beneficiarios de la inequidad resultante de esta poco natural similitud de propósitos, le da lo mismo quien sea ganador.
He demostrado con acciones, hechos, y palabras que a mi no me es posible seguir ignorando a las mayorías nacionales, a la clase media y a los que trabajan con ella. Que el poder por el poder para hacerle el juego a unos pocos, pero poderosos, intereses no solo no me interesa sino que me da un decidido estímulo para que de una vez por todas recuperemos a nuestra clase media, la llenemos de oportunidades y no solo de deudas, que dejemos de legislar y gobernar como si simplemente no existiera, que le hagamos llegar las oportunidades de mercado, convirtiéndolos realmente en emprendedores, evitando políticas económicas obsoletas y que a la larga se convierten en otro instrumento de dominación, que además de ineficiente es oprobioso para los ciudadanos.
Por ello, y desde la nada, sin recursos pero con fe y entusiasmo y con la clara comprensión, simpatía y apoyo de quienes logramos hacer llegar nuestro mensaje, la respuesta fue instantánea. En solo dos meses, hemos puesto a la clase media en condiciones de ser escuchada y que las políticas públicas que desde hora se implementen , no solo atienda a las grandes empresas y los intereses de los más poderosos, sino que complementariamente, con el debido respeto de cada uno respecto del otro, construyamos un país más equitativo, más próspero para todos, de mayor crecimiento y de mayor empleo y con oportunidades para que los talentos de cualquier edad logren materializarse para así hacer que surja la patria de la que nuestra historia está tan orgullosa. Dinámica, con movilidad social y oportunidades reales. Con ello, la justicia social llega por sus propios méritos.
Por Adolfo Zaldívar, Presidente del Senado de Chile
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