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Gabriela Mistral


jueves, 13 de noviembre de 2008

CHILE: El círculo de economistas top de Barack - Obama Presidente.


Un economista ortodoxo, un funcionario público de carrera, un ex rector de Harvard políticamente incorrecto y un líder frenético son algunos de los más influyentes hombres del área económica del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama. Chilenos que conocen bien a este selecto grupo de economistas cuentan aquí sus particulares estilos y postulados.

La economía marcó las elecciones de Estados Unidos. El demócrata Barack Obama derrotó al senador republicano John McCain rentabilizando la crisis financiera que tanto afecta a ese país y al mundo entero.

Durante la campaña, el senador por Illinois armó un selecto grupo de asesores económicos, de entre los cuales el mercado espera que se nombre al Secretario del Tesoro, el hombre -o la mujer- que asumirá la pesada tarea de renovar las confianzas y tratar de evitar que el país caiga oficialmente en recesión.

Entre sus asesores más directos figuran el ex secretario del Tesoro del gobierno de Clinton, Lawrence Summers (53), el ortodoxo economista Paul Volcker (81), el actual presidente de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner (47), y James Dimon (52), el hombre detrás del éxito de JP Morgan. Varios de ellos son viejos conocidos de economistas chilenos.

El incorrecto ex rector

Es difícil olvidar una discusión con Lawrence Summers. Pobre del que insista en rebatirle una idea, porque cuando algo se le mete en la cabeza no hay manera de que desista. "De diplomático no tiene nada. Es una persona muy frontal, le gusta tomar decisiones grandes, bien grandes. Te escucha, pero cuando se le mete una idea, le da para adelante. Si los demás están con él, bien; y si no, da lo mismo", asegura Guillermo Mondino, economista de Barclays Capital, Nueva York.

Formado en el Massachussets Institute of Technology y luego en la Universidad de Harvard -de la cual llegó a ser presidente entre 2001 y 2006-, Summers tiene experiencia si de Secretaría del Tesoro se trata. De hecho, en el gobierno de Bill Clinton fue subsecretario del mítico Robert Rubin -el "mago" que hizo desaparecer la crisis asiática de las fronteras norteamericanas- y, tras su salida en 1999, asumió la cartera. "Fue un brillante ministro de Hacienda hacia finales del gobierno de Clinton. Yo lo conocí cuando él estaba haciendo su tesis en Harvard, y luego coincidimos en varias reuniones sociales en Washington", cuenta Eduardo Aninat, ex ministro de Hacienda.

Summers se convirtió en uno de los principales asesores económicos de Barack Obama, especialmente hacia fines de su campaña. "Tiene muy clara la necesidad de superar los desequilibrios globales de la balanza en cuenta corriente, la falta de ahorro en los Estados Unidos y los excesos del sistema financiero que se derivan de la inexistencia de regulaciones y las limitaciones de la transparencia", explica Guillermo Le Fort, socio de Le Fort Economía y Finanzas y ex director ejecutivo para el Cono Sur del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Cualquiera fuera la ocasión, "Larry" -como le llaman sus cercanos- es de esas personas que siempre están con la camisa arremangada, incluso a veces manchada con café. Si le sirven Coca Cola, no espera el vaso, sino que toma directo de la lata y no le acompleja poner los pies sobre la mesa en las reuniones. "Larry es una persona muy poco formal y no le preocupan los detalles ni las formalidades, puede ser chocante y le interesa llamar la atención por eso", cuenta Le Fort. "Como no es políticamente correcto, cuando está en desacuerdo contigo no tiene reparos en decirte algo que te haga sentir muy pequeñito", agrega Mondino.

Como profesor, Summers también mostraba su carácter. "Era temible en los seminarios. Todos sabíamos que teníamos que llegar muy preparados. Si no, agárrate, porque como se dice allá, Larry no tomaba prisioneros, los liquidaba de una", comenta el economista Felipe Larraín, quien fue alumno de Summers en su paso por Harvard.

Otros que le han visto en acción aseguran que cuando se enoja incluso es capaz de gritar a su interlocutor, ministros de Estado incluidos. Uno de sus episodios más polémicos sucedió en enero de 2005, cuando en una conferencia académica como rector de Harvard especuló sobre las razones de la escasez de mujeres científicas en las aulas. El rechazo a trabajos tan intensos y "las diferencias innatas" entre mujeres y hombres fueron sus razones. Los profesores de la prestigiosa universidad terminaron pidiéndole la renuncia.

Sin embargo, en general sus exabruptos se le perdonan. "Larry, como los tipos brillantes, tiene poca paciencia. No es ni diplomático ni político. Es un economista brillante", asegura Larraín. En esto coincide otro de sus ex alumnos. "Una de las características de Summers es su asertividad, al nivel que llega a ser casi agresivo en la manera como plantea sus ideas. Va directo al grano", cuenta Esteban Jadresic, economista jefe de Moneda y ex gerente general del Banco Central.

Jadresic lo conoció cuando estaba haciendo su doctorado en Harvard. Summers leyó y guió uno de los capítulos de su tesis. "Es una persona súper inteligente, eficiente y rápida. Como profesor tenía un sistema que los miércoles en la tarde recibía a sus alumnos. Había una lista larga porque muchos querían hacerle preguntas y hablar con él, y él los atendía a todos, pero te daba sólo 5 minutos por reloj. Uno le enviaba información antes para que supiera de qué querías hablar con él y cuando era tu turno, te sentabas en su escritorio y en 5 minutos te daba sus comentarios, que siempre eran muy clarificadores", cuenta el economista.

El regreso de Summers a Washington tiene, eso sí, sus detractores. Porque su estilo deslenguado y sin filtro no siempre cae bien y el episodio de las mujeres científicas no causó una buena impresión en la elite femenina, algo que podría chocar con el estilo progresista e inclusivo que ha tratado de imponer Barack Obama.

El funcionario público de carrera

El más joven de los personajes es Timothy Geithner. El actual presidente de la Reserva Federal de Nueva York tiene la misma edad de Obama, 47 años, y no ha tenido ningún papel en la candidatura presidencial del senador de Illinois. Su batalla en los últimos meses ha sido otra. Como representante de la Fed en la Gran Manzana, le ha tocado estar en medio de la tormenta financiera y su figura ha sido clave en los paquetes de apoyo que ha entregado el gobierno para lidiar con la crisis.

Fue él mismo quien lideró el proceso que evitó la quiebra del banco de inversión Bear Stearns, mediante la adquisición de parte de JP Morgan, operación que sólo pudo concretarse gracias al préstamo de US$ 30 mil millones de la Reserva Federal. De hecho, el acuerdo se cerró en su oficina, ubicada en pleno distrito financiero de Manhattan, en Liberty Street.

Los analistas y medios de Estados Unidos lo dan como una de las cartas más seguras para liderar el Tesoro. De hecho, un artículo publicado por el New York Times el 25 de octubre pasado, lo ubicaba como uno de los candidatos más probables y citaba a un consejero de Obama que decía: "Es más esperable una cara fresca, en vez de un rostro reciclado".

La personalidad afable y diplomática de Geithner es una de las características que le dan ventaja sobre los demás asesores económicos de Obama, que tiene un carácter más duro. "Summers y Paul Volcker son personas muy capaces, inteligentes y asertivos, mientras que Timothy Geithner es reservado y polished, como dicen en Estados Unidos, más pulido, más diplomático; los otros dos son más duros", comenta Esteban Jadresic, quien compartió en más de una oportunidad con Geithner cuando era gerente de operaciones financieras del Banco Central.

"Te hace sentir de igual a igual siempre, es muy diplomático. No tiene una trayectoria académica tan estelar como la de Larry Summers, por lo tanto tiene una actitud menos de profesor, ésa como de que te está enseñando algo y está arriba y vos abajo. Con Tim Geithner eso no está, pero también le da una sensación de mayor inseguridad a las conversaciones", agrega Mondino.

Más que un experto en economía o un académico, el presidente de la Fed de Nueva York es un funcionario público de carrera. Anteriormente se desempeñó como director del Departamento de Revisión de Políticas de Desarrollo del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre 2001 y 2003, y como encargado de Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro, donde estuvo bajo la supervisión de Larry Summers. En sus distintos cargos, le ha tocado lidiar con crisis financieras en diferentes partes del mundo, lo cual es visto como una ventaja en momentos en que la economía más grande del planeta se tambalea.

Eduardo Aninat es uno de los chilenos que más conoce a Geithner. Trabajaron juntos cuando el chileno era subdirector gerente del FMI, coordinando los programas de rescate para Pakistán y Uruguay. "Trabajamos codo a codo, mañana, tarde y noche. Es tremendamente creativo y un profesional destacado, trabajador y muy comprometido en las cosas que hace. Además es uno de los expertos en temas financieros más avanzados que he conocido", señala Aninat.

"Recuerdo que en los momentos más difíciles de negociación de estos créditos del FMI, en el directorio donde estaban los representantes, él siempre ponía una pizca de humor, una frase ingeniosa que ayudaba a distender el ambiente. Eso es un elemento muy característico de su personalidad, que lo hace un excelente negociador", agrega.

También Guillermo Le Fort lo conoció en sus años en el FMI. "Es el wonder boy que ha ascendido rápidamente en la burocracia pública norteamericana e internacional por sus muchos méritos y capacidades. Es un administrador-organizador por excelencia; sistemático, cuidadoso en los detalles, práctico y tremendamente formal, diplomático y respetuoso con todos", dice. Para Le Fort, la principal fortaleza de Geithner es que aprendió a lidiar con casos críticos de economías y sistemas financieros en el FMI.

El líder frenético

Estaba todo listo para que Jamie Dimon, el CEO de JP Morgan a nivel mundial, pisara Chile por primera vez. El gran día sería el 25 de septiembre pasado y la oficina chilena estaba de cabeza preparándose para que su líder conociera Santiago. Sin embargo, una semana antes de la esperada venida, la cúpula del entonces banco de inversión suspendió el viaje. Y el mismo día previsto para su arribo se convirtió en una fecha histórica para la empresa: compró la quebrada Washington Mutual (WaMu), el mayor banco comercial de Estados Unidos.

Por la misma época, su nombre comenzaba a sonar como uno de los candidatos seguros para salvaguardar las arcas estadounidenses si un demócrata volvía a habitar la Casa Blanca. Particularmente en esta oportunidad, ya que fue uno de los financistas de la campaña de Hillary Clinton en las primarias y, una vez definido Obama como candidato, actuó como consultor de su campaña.

El mismo día de la compra de WaMu, Dimon envió un mail a cada uno de sus empleados. "Mi mensaje 'día uno' es sigan haciendo lo que hacen. No queremos perder ni lo más mínimo de sus actividades diarias", les decía el nuevo capitán del barco, quien en el mismo mail les adjuntaba una serie de potenciales preguntas frecuentes con sus respectivas respuestas.

Es definido como el gran líder, ése que cuida, conoce y protege a su gente, pero que no perdona ni olvida. Como buen descendiente de inmigrantes griegos, Dimon tiene un temperamento alegre. Nacido fuera de las pomposas paredes de Manhattan -es oriundo de Queens-, el banquero aprendió desde pequeño que el trabajo duro y el esfuerzo en el competitivo mundo de los negocios rinden sus frutos.

Con un MBA en Harvard, Dimon comenzó su carrera como asistente del presidente de American Express. Pasó por Commercial Credit Company (Travelers Group), pero el gran salto vino cuando en 1998 asumió como presidente de Citigroup, tras la fusión entre Travelers Group y Citicorp. En 2000, el ejecutivo fue nombrado como el máximo líder de Bank One, compañía que cuatro años más tarde fue comprada por JP Morgan.

Sus amigos lo señalan como rápido, severo y extremadamente inteligente a la hora de negociar. Sus enemigos, como un negociador de trinchera, listo para el tiro de gracia cuando sus competidores se tambalean al borde del precipicio. Las compras de Bear Stearns y WaMu parecieran un buen ejemplo de ambas visiones.

Lo que nadie contradice es que Dimon lidera con maestría sus equipos y sabe tomar la decisión precisa en el momento justo. En octubre de 2006, William King, entonces jefe de productos securitizados del banco, recibió la llamada del gran jefe. Nada extraño, si no fuera porque King se encontraba de vacaciones en Ruanda. Sin embargo, no hubo caso. Dimon lo llamaba para que se pusiera en campaña para vender parte importante de algunos activos, dado lo complicado que podría comenzar a ponerse el segmento subprime. La anécdota contada por el equipo a Fortune refleja bastante el modus operandi de Dimon, que le ha valido el respeto de sus pares: business are business, siempre, no importa la hora, el lugar ni a quién pueda llegar a molestar en la frenética búsqueda por alejarse de las pérdidas. La misma revista lo catalogó a él y a su equipo como "Los sobrevivientes" de Wall Street.

Otro de los episodios que se han convertido en un mito urbano de Wall Street fue la vez que Dimon llegó a su oficina en el 270 de Park Avenue y encontró un montón de pequeñas limusinas estacionadas abajo del banco. Aunque el alto ejecutivo nunca ha reconocido la historia, dicen que el banquero les pidió una a una los códigos de identificación para saber qué ejecutivos habían requerido el servicio, reservado sólo para la cúpula y en ocasiones especiales. Del resultado, la mayoría de quienes las habían pedido no tenían derecho a hacerlo. Y aunque el tema no pasó a mayores, la siguiente semana no había ni una sola limusina estacionada en el lugar.

Liberal, sobreviviente, buen negociador y líder de equipos, Dimon se perfilaba como una gran alternativa para la Secretaría del Tesoro. Sin embargo, con la arremetida de la crisis y el capitalismo neoliberal en la mira, un representante de Wall Street pareciera generar urticaria en ciertos sectores demócratas.

El ortodoxo

A sus 81 años, el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker se mantiene más vigente que nunca. Obama lo ha consultado en varias oportunidades y en los últimos meses de campaña se transformó en consejero estable del candidato. De hecho, hace dos semanas el economista participó en un panel junto al senador por Illinois y el jefe ejecutivo de Google, Eric Schmidt, en Florida, en el cual analizaron la crisis.

Es considerado un economista ortodoxo, pero que da confianza. Su gran fortaleza es que, en el actual episodio de crisis, genera simpatías tanto en el sector demócrata como republicano, por sus ideas liberales y su defensa de un dólar fuerte.

Volcker dirigió la Reserva Federal de Estados Unidos entre 1979 y 1987. Su gestión es una de las más recordadas en la historia de la Fed, el Banco Central estadounidense. El economista se hizo famoso cuando en 1982 elevó las tasas de interés hasta el punto de provocar una gran crisis bancaria. Pero logró controlar la inflación y consolidar el dólar como moneda de referencia mundial, con lo cual se ganó el respeto del mercado. "Volcker es viejo, pero muy sabio también. Como presidente de la Reserva Federal marcó un precedente en el resto de los bancos centrales del mundo, al demostrar que se podía controlar la inflación", explica un economista desde Nueva York.

El estilo de Volcker es reconocido en todo el ambiente académico. Su alta figura, su eterno puro y su voz ronca son toda una estampa en el mundo de las finanzas. Aun así, es un personaje que cultiva el bajo perfil. Por eso, en un primer momento, extrañó su cercanía con Obama y sus apariciones públicas con el candidato.

La relación de Volcker con Obama comenzó cuando el asesor económico de este último, el profesor de Chicago Austan Goolsbee, se lo presentó junto a otros economistas destacados. Pero fue tras la caída de Bear Stearns que Obama comenzó a hablar en forma directa y frecuente con el ex presidente de la Fed. Según el Wall Street Journal, cuando el Tesoro de Estados Unidos presentó un plan de US$ 700 mil millones para comprar los activos en problemas de los bancos, Obama lo respaldó enseguida tras consultarlo con Volcker.

Algunos creen que Volcker ha sido un pilar importante de la campaña y que jugará un papel relevante en la transición, pero no en el próximo gobierno. "Es un ex presidente que ya hizo lo suyo. Yo me inclinaría más hacia un funcionario joven que tenga más química con Obama. Volcker es excesivamente ortodoxo para Obama. Va a ser un hombre de consulta en la transición, pero no lo veo como líder del Tesoro", comenta Mondino.

Por Antonieta de la Fuente y Constanza Hola – Revista Que Pasa.
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