Un informe de IECAH señala que la ayuda humanitaria pierde espacio en los Gobiernos de los ricos.
Desde que estalló la crisis financiera se ha podido leer lo del efecto mariposa en varias ocasiones. "Si una mariposa en Nueva York bate sus alas, puede provocar una tempestad en Pekín". Poesía para justificar el derrumbe de los mercados y los bancos centrales, con origen en Estados Unidos, que termina por azotar al carpintero de barrio, al pequeño comerciante o al típico asalariado, cualquiera de ellos un trabajador corriente de los países ricos. Pero si miramos para abajo, al sur, y cambiamos Pekín por cualquier ciudad africana, el manido efecto mariposa nunca ha sido tan cierto y directo: según lo que haga el dichoso insecto de Nueva York, la tempestad es real, y encima puede convertirse en tsunami.
El Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), en colaboración con Médicos Sin Fronteras (MSF), ha presentado hoy el informe "La Acción Humanitaria en 2007: ¿Frenazo a la vista?". Un estudio que destaca el preocupante retroceso experimentado por la financiación de la ayuda humanitaria de los Estados ricos en el momento en que esta debe ser más necesaria en los países más pobres.
A pesar de los desafíos que se acumulan en el escenario humanitario, el sistema internacional ha optado por dejar en barbecho los presupuestos destinados a ayuda humanitaria, que se situaron en 2007 en 5.500 millones de euros (7.000 millones de dólares), la misma cifra que el año anterior. Mientras tanto, la ayuda de emergencia perdió peso en el conjunto de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), pasando del 8 al 7% en ese mismo periodo.
Este parón financiero de ámbito global marca una tendencia que muestra un horizonte aún más negro para los países más necesitados. "La recesión mundial puede acabar añadiendo más efectos negativos sobre el Tercer Mundo", señala Francisco Rey, codirector de IECAH. "Por eso hay que intentar prevenir de la necesidad de mantener esta ayuda, porque la crisis financiera de los ricos puede convertirse en colapsos en los pobres", añade Rey.
Voz de alarma
El estudio levanta la voz de alarma ante el futuro más inmediato de los necesitados y a raíz de la consolidación de estas tendencias que vienen produciéndose desde 2007. Los efectos de la crisis financiera de este año ya se dejaron ver con la crisis alimentaria. El aumento del hambre y un incremento de los niveles de desnutrición en Latinoamérica, África y Oriente Próximo indican que la ayuda humanitaria es apremiante. En septiembre, la FAO señaló que el alza de los precios de los alimentos registrado en los dos últimos años ha aumentado el número de personas desnutridas en el mundo en 73 millones, y sus previsiones son bastante malas.
"Dos ejemplos claros son el pueblo saharaui y el palestino. Ambos colectivos malviven a partir de la ayuda internacional y el previsible retroceso de ayuda puede provocar un desastre mayor", Jesús A. Nuñez, otro de los autores del informe. Como señala Nuñez, la crisis financiera deriva en una crisis humanitaria en otros países y el retroceso de las concesiones de ayuda puede traer efectos demoledores. "Existe una conexión real entre pobreza y violencia en los países más pobres y el sufrimiento se intensifica sobre la población vulnerable y en situación de emergencia", añade.
En este sentido, la preocupación es creciente en el resto de organismos internacionales. El último informe del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) mostró que el número de refugiados y desplazados internos ha aumentado hasta alcanzar la cifra récord de 37,4 millones de personas. De 9,9 millones de refugiados se ha pasado a 11,4 en el último año, y de 24,4 millones de desplazados se ha llegado a 26 millones, que recoge el informe Global Trends.
Ineficacia de la ONU
Naciones Unidas (ONU) ha creado un Comité de sabios con el fin de influir en los Gobiernos occidentales y pedir que mantengan los presupuestos de ayuda internacional. Sin embargo, los autores de este estudio consideran que la ONU ha perdido protagonismo ante la crisis mundial y, mientras su reforma se eterniza, no tiene capacidad de intervención.
"El Comité que se ha creado todavía no ha producido ningún informe ni ha aportado ninguna solución. El informe final puede ser magnífico pero al final no sirve de nada si no se lleva a la práctica. Es el verdadero problema de la ONU. Es un actor marginado, sin poder ejecutivo", señala Nuñez.
En la fotografía de la cumbre del G-20, que reunió a los países ricos y emergentes, esta falta de influencia se ha hecho más evidente. "Los protagonistas de este encuentro internacional se han mirado el ombligo y se han olvidado del Tercer Mundo", enfatiza Rey. Sin embargo se extraen asuntos positivos de la cumbre. "Por lo menos, se propone la reforma de dos instituciones que han sido el origen de muchos problemas humanitarios como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, pero, claro, el problema es que no se concreta cómo será esa reforma. Al menos, se reconoce su ineficacia", asegura Rey.
POR FERNANDO NAVARRO
Gentileza: Diario El País.
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